¿Por qué San Sebastián es una de las ciudades más bellas del mundo?

Equipo de Redaccion

Cualquier recorrido por Donosti sirve para entender al poeta Gabriel Celaya y su deficinición de San Sebastián como “ciudad abierta y sencillamente humana. Esta ciudad que siempre se quiso sin murallas y que todo lo acepta, y es bella para nada”.

Un paseo por la bahía de la Concha desde el Peine del Viento, la obra imaginada por Eduardo Chillida que ya es un símbolo de la ciudad, hasta la Avenida de la Libertad, corazón económico de la ciudad. Callejear por la Parte Vieja, donde tapear y saborear txikitos (vasos de vino) y zuritos (cañas cortas de cerveza). Descubrir los palacios, mansiones y teatros exponentes de la Belle Époque donostiarra que cambió la historia arquitectónica de la pequeña localidad amurallada para abrir su entorno a los nuevos proyectos urbanos que llegaron con el siglo XX. Vivir la cultura en el Kursaal o la modernidad del barrio residencial de Amara Nuevo.

San Sebastián se lo debe todo al mar: su clima templado, su costa entre montes y praderas, la riqueza de su gastronomía y, también, su perfil cosmopolita desde la segunda mitad del siglo XIX cuando la reina regente María Cristina convierte la ciudad en sede de la Corte durante los veranos reales.

En esta época se crea el primer ensanche de la ciudad, en la antigua zona amurallada pegada al mar, que rodea la Parte Vieja. Aquí surge el actual centro de Donosti (Erdialdea) y sus edificios más reseñables como la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián, la Escuela de Artes y Oficios (actual sede de Correos), el Gran Casino (hoy ocupado por el Ayuntamiento), el Teatro Victoria Eugenia, el Instituto Peñaflorida (actualmente Centro Cultural Koldo Mitxelena), el Palacio de Miramar, el Hotel María Cristina, las villas del Paseo de Francia y otros edificios de estilo romántico francés que hicieron que Donosti fuera rebautizada como ‘el Pequeño París’.

De los ensanches a la vanguardia

Los proyectos monumentales dieron paso a los nuevos planes urbanos y residenciales en San Sebastián y, a partir de la segunda mitad del pasado siglo, se emprenden nuevos ensanches. Amara es el más importante y se dio por concluido en 1993 tras la construcción del estadio municipal de Anoeta.

Los planes urbanos dan origen a otros barrios como el de Inchaurrondo, Eguía, Ayete o Gros, en el que se levanta el Palacio de Congresos y Auditorio Kursaal, obra de Rafael Moneo. Este complejo ha hecho de San Sebastián un punto de referencia de la arquitectura de vanguardia europea.

El vanguardismo nace del diseño y, también, de la manera de vivir de la ciudad: existe una gran entrega al peatón y se ha apostado por la sostenibilidad. San Sebastián, por ejemplo, cuenta con 25 kilómetros de carril bici y un sistema de alquiler público de bicicletas eléctricas, medidas que apoyan el cilcismo urbano y que han conseguido que Donosti sea una de las cinco mejores ciudades españolas para recorrer en bicicleta.  La participación ciudadana en la vida cultural también se puede percibir en Donosti en cada edición del festival internacional de cine, en el de jazz o en la fiesta de la Semana Grande. Entre el 9 y el 16 de agosto San Sebastián es invadida por gigantes y cabezudos, todas las personas disfrutan de diferentes pasacalles y no habra quien renuncie a tomarse un helado después de ver el concurso de fuegos artificiales en la Playa de La Concha.

San Sebastián cuenta con múltiples motivos para haber sido designada Capital Europea de la Cultura en 2016, lo que supone un estímulo para emprender nuevas obras de modernización y rehabilitación que dejarán la ciudad aún más bella y habitable.

Imagen @Jaume Meneses, distribuída con licencia Creative Commons BY-2.0

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