Durante el verano y el comienzo del otoño se suele registrar un pico de hasta un 30% en la demanda de viviendas en alquiler. La escasa oferta hace que actualmente por cada casa que sale al mercado, si el precio es ajustado, de media se encuentran ocho posibles inquilinos interesados.
Estos son los principales datos que aporta un estudio realizado por la Agencia Negociadora del Alquiler (ANA), empresa de gestión integral de alquileres que subraya las ventajas que esa situación aporta a los propietarios. Hay mucho donde elegir, por eso no es extraño que hayan aumentado los requisitos que los caseros exigen a sus futuros inquilinos en el proceso de selección (fianzas, avales, declaraciones de IRPF…).
La ANA también apunta que el 70% de los candidatos es rechazado por problemas de solvencia o por no poder demostrar una estabilidad laboral que asegure sus ingresos y, por tanto, el pago de la renta.
El único problema que ahora puede dificultar el alquiler de un piso es el exceso de precio. “Cuando ponemos en el mercado una vivienda que está bien de precio, el inmueble no llega a tener más de dos visitas y se alquila en uno o dos días máximo”, aseguran desde la ANA. En ese caso, los inquilinos suelen permanecer más tiempo en la vivienda y los arrendadores pueden rentabilizar mejor sus inversiones.
Por el contrario, si las expectativas del propietario son demasiado elevadas, disminuyen drásticamente las visitas, la probabilidad de encontrar un arrendatario se reduce y el riesgo de que el inquilino cambie pronto de casa es muy alto, de modo que al final se pierden ingresos porque la vivienda pasa meses deshabitada.
Atentos a la época del año
El estudio de la ANA pone de relieve la influencia de la estacionalidad en este mercado: “La curva ascendente de los alquileres de viviendas comienza a crecer a partir de la primavera, llegando a su máximo esplendor justamente después del verano, para ir bajando progresivamente a partir del mes de noviembre, llegando a las cuotas mínimas de demanda en los meses de diciembre, enero y febrero”.
Aporta cuatro razones para esa fluctuación:
- El final del verano ayuda con días más largos para poder ver viviendas y temperaturas cálidas que acompañan esta tarea.
- Durante el verano muchos estudiantes buscan piso para el inicio del curso. Además suelen ser inquilinos solventes, al estar avalados por su padres.
- Septiembre todavía es un mes en el que se toman vacaciones, de manera que hay más tiempo para visitar viviendas.
- En el inicio del otoño es habitual que haya cambios familiares, como nuevos trabajos y destinos laborales que puedan dar lugar a mudanzas. También en los meses de septiembre y octubre es cuando más aumentan los divorcios.
Un propietario debe tener en cuenta estos factores para establecer una estrategia de alquiler, acomodando el precio al estado del mercado.