Granada, la tierra para todos los gustos

Equipo de Redaccion

¿Por qué los reyes nazaríes levantaron la Alhambra precisamente en Granada? Sí, es posible dar muchas explicaciones históricas, pero probablemente podrían resumirse en una: eran muy listos.

Pongamos que cuentas con poder y dinero para construirte un palacio, el más exquisito del mundo, y además tienes a tu disposición casi toda Andalucía para elegir el lugar que más te guste. Además, eres alguien exigente y de gustos variados. Vamos, que lo quieres todo: el mar más azul; la montaña más verde en primavera y la más blanca en invierno; una tierra fértil porque eres de buen comer; un clima perfecto, claro, con mucho sol; y ya puestos, unos espectaculares atardeceres.

Y en eso llegas a la provincia de Granada y te lo encuentras todo de una vez. ¿Qué más tienes que buscar? Eso es exactamente lo que piensan quienes tienen la suerte de vivir en esta tierra hecha para todos los gustos. Un paraíso diverso que no se cansa de dar lo mucho que tiene. “Pide por esa boquita”, parece decir a cualquiera que pasa por allí.

“Mencionar Granada hace que casi todo el mundo piense en la capital o en Sierra Nevada, pero a mí lo que me enganchó fue la costa”. Carlos lo tiene claro. Por eso se compró una casa en Almuñécar y creó una pequeña inmobiliaria local que va viento en popa. “Es normal que el negocio marche bien. En cuanto la gente descubre lo que es esto, quiere quedarse. Sin duda”.

Dice Carlos que vivir aquí es mirar al Mediterráneo de otra forma, más pausada, como si la vida siguiera el ritmo lento del oleaje que llega a cualquiera de las más de 60 playas que forman la Costa Tropical. Tropical, sí. Tal cual la bautizaron y con razón, porque no tiene nada que envidiar a otros paraísos de océanos lejanos.

Este está a la puerta de casa, y además con un aire bohemio y un divertido punto hippy que ya les gustaría a esos otros lugares exóticos. Eso se percibe en los locales de Los Bajos del Fenicio, en Almuñecar; o en la playa de la Herradura, con su casas pintadas de cal que deslumbran con tanta luz; o por el lujazo de los chiringuitos de Salobreña: ¡ay Dios mío esos espetos de pulpo, esas sardinas, esos langostinos…!

Eduardo y Celia ven la costa con otra perspectiva, la que tienen los de tierra adentro. “A nosotros nos encanta la costa granadina. Desde el apartamento que tenemos en Sierra Nevada nos plantamos en la playa en una hora. Hay que disfrutar de todo, aunque más de la nieve”. Pues no hay mejor lugar para hacerlo: pistas perfectas e instalaciones top.

El entorno natural viene de serie y quita la respiración, como el jamón de la Alpujarra. Ese merecería un monumento. Para degustarlo en su ambiente hay que ir al otro lado del pico Veleta y, de paso, gozar de pueblos como Trevélez o Pampaneira, con fachadas impolutas y callejas empedradas.

Un encanto que te deja con la boca abierta… y unas gentes que te ayudan a cerrarla con un buen plato de habas con jamón, con un gazpacho o un remojón. No te puedes negar. La hospitalidad de los granadinos tiene casi tanta fama como La Alhambra. Y bien ganada. Vayas donde vayas te sientes en casa: Montefrío, Guadix, Orce, Riofrío… Bueno, en Riofrío además te sientes en otro mundo cuando descubres que tiene la única piscifactoría de España que produce caviar con calidad beluga (resulta que Granada también es sibarita).

Por supuesto, la ciudad de Granada merece capítulo aparte. Como escribe Paco Nadal, periodista y viajero empedernido, “tiene barrios que embrujan, bares que enamoran, miradores para enamorarse y por encima de todo: la Alhambra. Calidad de vida”. No hay más que decir.

Definitivamente, los nazaríes eran muy listos.

Imagen de La Alhambra de @Leo Gonzales, distribuida con licencia Creative Commons By-2.0

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