Nada como una velada en invierno junto a una buena chimenea. No se trata solo del calor, sino de las sensaciones hogareñas que produce. Sin embargo, no muchos pueden disfrutar de ellas: imposibles para los pisos, difíciles y costosas de instalar, provocan olores y problemas de mantenimiento con las salidas de humos.
Eliminemos todos esos inconvenientes e imaginemos un buen fuego que pueda ubicarse en cualquier vivienda y en cualquier estancia, de forma limpia y segura, y a precios razonables. Así son las chimeneas de bioetanol y las eléctricas con generación de vapor.
Chimeneas de bioetanol o bioalcohol
El bioetanol es un alcohol que se obtiene de la fermentación de azúcares o plantas. Por tanto, se trata de un compuesto ecológico que apenas provoca emisiones al quemarse, solo unas muy pequeñas cantidades de dióxido de carbono, por lo que, en todo caso, conviene que se ubique en estancias bien ventiladas.
Las biochimeneas no requieren de ninguna instalación y son muy sencillas: constan de un depósito con el combustible y una cámara de combustión. Basta con encender el dispositivo para obtener de inmediato un fuego vivo que, sin embargo, tiene escaso poder calorífico. Como máximo podrían conseguirse unos 3.000 vatios de potencia que, aproximadamente, sería el calor que emite un calefactor eléctrico grande por infrarrojos.
A cambio, el consumo es muy reducido. Según explican desde Leroy Merlin, “de media consumen entre 0,2 y 0,6 litros de alcohol por hora, lo que supone un gasto de entre 80 céntimos y 2,40 euros”. El litro de etanol cuesta entre 3 y 6 euros, dependiendo de la calidad (a más calidad, menos emisiones), y se puede comprar online.
Al producir poco calor, las biochimeneas son más aconsejables como complemento de la calefacción principal y, sobre todo, como elemento decorativo. Pueden adaptarse a cualquier diseño, desde pequeñas instalaciones prefabricadas hasta elaboradas chimeneas de obra, o pueden estar ubicadas en isletas o en la pared, colgando como cuadros. Es la ventaja de no necesitar salida de humos.
Eso significa que también hay una enorme variedad de precios: de los 50 euros podemos saltar a más de mil.
Chimeneas eléctricas
De hecho no son chimeneas porque no tienen llama, solo una imagen simulada que llega a ser muy realista, de modo que 0 emisiones. Para dar más verosimilitud, algunas van equipadas con un sistema de vaporización de agua, que se desprende como volutas de humo, y de un calefactor para proporcionar algo de calor en la proximidad.
Son puramente decorativas, aunque eso no las hace más económicas, al contrario. Se mueven en una horquilla amplia, entre los 500 y los 5.000 euros. El precio tiene que ver con las dimensiones del dispositivo y el diseño, también perfectamente similar al de una chimenea auténtica y que, además, puede incluir mando a distancia para controlar el encendido y la intensidad de las llamas virtuales.