Lo esperan durante todo el año, como los navarros a San Fermín o los sevillanos a su Feria. Nueve días en los que todo ocurre en Bilbao. Allí la fiesta se traduce en una locura popular y no participar es considerado un pecado capital por sus vecinos. Hay que estar para sentir, para tomar las calles, para pasearlas y bailarlas, beberlas y comerlas entre eventos gastronómicos y buen vino.
Y todo esto comenzó hace solo 36 años. Hasta 1978, el verano en la capital vizcaína estaba amenizado con toros y algún que otro pasacalles. Una iniciativa ciudadana propuso convertir estos eventos aislados en una gran celebración. El Ayuntamiento convocó un concurso de ideas del cual surgió lo que hoy conocemos como la Semana Grande, su Aste Nagusia. Se determinó que fueran nueve días –en Bilbao todo es mayor que en otros lugares, incluidas las semanas– a partir del primer sábado después del 15 de agosto. Este año se celebra del 16 al 24 de agosto.
Todo lo demás surgiría de la implicación de los ciudadanos, a través de las konparsas, el elemento clave y dinamizador de las fiestas. Estas son agrupaciones de al menos 50 amigos y vecinos, cada uno con un traje identificativo, con fanfarrias, pasacalles y sus txosnas, bares callejeros abiertos a todos y casi durante las 24 horas del día.
La Marijaia, madre de la fiesta
Los txupines (cohetes) petardean por la ciudad para recordar que en esos días nadie puede quedarse en casa, mientras los Gigantes (sin cabezudos) salen cada mañana y cada tarde para recorrer los barrios y arrastrar con ellos a los bilbaínos hasta los concursos culinarios –¡ese bacalao al pil-pil omnipresente!–, o a las txosnas, o a los conciertos –la música lo llena todo–, o a las exhibiciones de fuegos artificiales que hacen de la noche vasca un espectacular, aunque efímero, collage de ruido y color.
De aquella tormenta de ideas de 1978, convertida en Semana Grande, también surgió su símbolo, la Marijaia, personaje que aglutina la identidad lúdica de Bilbao, madre de esa locura mundana y divertida. Esta señora regordeta de sonrisa permanente y brazos al cielo, como en un permanente baile, aparece en la plaza Arriaga el primer día para anunciar el inicio de la fiesta, escuchar el pregón y el primer txupin. Será, también, la encargada de despedir la celebración, nueve días después, cuando se aleje por la ría, con la promesa de regresar sin falta el próximo año.
La mayoría de actos y celebraciones tienen lugar en el Arenal y el Casco Viejo, gran punto de encuentro, aunque en cada barrio se siente el festejo con la misma intensidad. Del estudiantil Deusto al popular Begoña, del antiguo Achuri al moderno Indautxu (una de las zonas residenciales más atractivas). La Semana Grande es de todos y nadie puede faltar, de manera que vayas donde vayas encontrarás una manera de participar de la fiesta.
Sí, Bilbao siempre es mucho Bilbao, pero durante estos 9 días es realmente único.
Imagen de @juantiagues, con licencia de Creative Commons.