Casas flotantes: desafío arquitectónico sobre el agua

Equipo de Redaccion

La necesidad de buscar el contacto con los entornos naturales y la falta de suelo disponible han llevado a conquistar el agua como hábitat permanente, como jardín y, también, como desafío arquitectónico. Las casas flotantes proponen una experiencia sofisticada y vanguardista para crear un hogar.

No hablamos de barcos o gabarras convertidas en viviendas sino de moradas que toman los ríos y los lagos para mecerse sobre ellos. Existen desde hace décadas como lo prueban comunidades en Seattle y San Francisco en Estados Unidos. También podemos encontrar numerosas casas flotantes repartidas por toda Holanda.

Ahora, las que eran propuestas puntuales se convierten en tendencia ante una creciente demanda de propiedades singulares, tanto por su ubicación como por su diseño.

Precisamente, en los Países Bajos es donde existe un mayor número de proyectos que encuentran su lugar natural en muelles y embarcaderos. Un ejemplo es la villa flotante de Steigereiland, un complejo residencial de edificios acristalados de tres plantas, la más baja sumergida, ideado por el proyectista Marlies Rohmer en Ijburg, muy cerca de Ámsterdam.

Movilidad, ligereza y solidez

Jorrit Houwert, fundador del estudio holandés +31Architects y uno de los mayores expertos en casas flotantes, explica los principios básicos de su construcción: “se parte de la utilización de pontones, que permiten que la vivienda tenga una plataforma sólida y a la vez móvil. Después, la estructura debe consistir en una caja hueca de hormigón abierta, lo que le permite flotar sobre el agua gracias al aire que llena la edificación”.

Las casas están fijadas al fondo o a un muelle con conexiones flexibles para adaptarse al movimiento de las aguas. “Esto, además, facilita que las viviendas puedan cambiarse de lugar cuando se necesite, sin dejar una huella en el medio ambiente”, añade Houwert.

A partir de aquí, todo es cuestión de creatividad: diseño, materiales, luz, balcones y miradores. Posibilidades infinitas que han fascinado al reputado arquitecto Dymitr Malcew, cuyas obras flotantes están obteniendo el reconocimiento internacional. Sus casas son pequeñas islas que respetan ante todo el clima y el entorno, a la vez que se aprovechan de él para crear espacios únicos. “Todas las habitaciones de mis casas están diseñadas para ofrecer el máximo de conexión visual con el paisaje circundante”, explica Malcew.

Cada vez más diseñadores participan del desafío de convertir el agua en parte esencial de sus obras. Es lo que han hecho los arquitectos del estudio noruegoTYIN tegnestue con su propuesta minimalista de cabañas de pescadores enMore og Romsdal; o el austríaco Daniel Anderson con sus icebergs finlandeses: viviendas cuya estructura externa sirve de terraza mientras las estancias se sumergen bajo esa superficie.

Los lagos de Ontario (Canadá) son el marco natural para las casas flotantes de MOS Architects y de Christopher Simmonds, donde se impone la madera en líneas sobrias con amplios ventanales. En entornos urbanos se podrían destacar la propuesta de Designs Northwest Architects, con su peculiar cubo ubicado en el barrio flotante del lago Union, y el diseño compacto en madera de la casa Tafoni, de la proyectista Joanna Borek-Clement.

La creatividad ha conquistado el agua para hacer de ella un generoso laboratorio de arquitectura y, para algunos privilegiados, un luminoso hábitat.

Imagen @Universidad EAFIT, distribuida con licencia de Creative Commons.

Etiquetas