¿Te imaginas cambiar de entorno, de ciudad hasta de país, pero permaneciendo en la misma casa? Esta es una de las grandes ventajas de vivir en un vagón de tren. Además, es exótico, original y se pueden aprovechar los recursos naturales para generar energía. ¿Quieres conocer éstos y otros beneficios en detalle, también por qué algunas personas se enamoran de este tipo de vivienda y cómo es realmente vivir en un tren?
Viejos vagones que tienen una segunda vida
El proceso comienza con la búsqueda de vagones que ya no están en uso. En el caso de España, muchos eran propiedad de Renfe y funcionaron a pleno rendimiento en los años 50 y 70, pero hoy en día están en desuso. Sin embargo, esta tarea cada vez se complica más debido a la creciente demanda por este tipo de viviendas y por eso, hay que salir fuera para encontrar stock.
Cuando hemos comprado una de estas maravillosas piezas, hay que ponerse manos a la obra y contratar a un profesional. En nuestro país, hay empresas especializadas en rehabilitar estas viejas piezas de museo, como Wagonstill, una compañía segoviana dedicada a ello desde hace 10 años.
El proceso de restauración es complejo porque hay que convertir un cajón de hierro en un hogar, pero es posible. Como punto de partida, hay que limpiar el interior y el exterior, desinfectarlo y sustituir las piezas estropeadas por otras nuevas. Hecho esto, la rehabilitación del vagón se hace como cualquier otro inmueble y teniendo en cuenta el uso que le queramos dar (cafetería, vivienda, local para ensayar, etc). Pero en cualquier caso, siempre habrá que llevar a cabo algunas tareas comunes como el aislamiento, revisión de todas las tuberías, renovación del sistema de iluminación, comprobación de desagües, sustitución de ventanas, etc. Y por último, no podemos olvidarnos de la tercera fase: la decoración. Todo el proceso de reforma tiene un coste aproximado de 40.000 euros.
Qué ventajas tiene
El principal beneficio que tiene este tipo de alojamiento es que los ayuntamientos –al menos hasta la fecha- son más laxos a la hora de exigir licencias. Por ejemplo, si tenemos un terreno y queremos construir una casa, tendremos que solicitar al consistorio varias licencias (como podrían ser la de obra, la de construcción o la de viabilidad del proyecto). Sin embargo, este tipo de viviendas exige mucha menos burocracia y nos ahorramos muchos pasos administrativos.
La ubicación es otra de las grandes ventajas que valoran quienes optan por este tipo de vivienda. No requieren mucho espacio en comparación con un piso tradicional y por eso, se pueden emplazar en lugares privilegiados y escondidos, con vistas inigualables y en entornos naturales. Lejos de los curiosos y de los turistas.
Quién vive aquí
Existe un tipo de comprador, de clase media alta que opta por este alojamiento como segunda residencia o vacacional. Es cierto que los espacios que se obtienen son limitados, los vagones pueden ofrecer entre 25 y 35 metros útiles, suficientes para parejas jóvenes que buscan una primera vivienda y optan por el vagón como alojamiento estacional. Ven en ellos una aventura y la oportunidad de vivir lejos de la urbe y en conexión con la naturaleza.
También es habitual encontrar otro tipo de cliente, el hostelero, que ve en este tipo de piezas un gran potencial. Tras la rehabilitación, lo convierte en un alojamiento rural muy exótico y diferente, que encuentra cada vez más seguidores. Aunque también es cierto que algunas comunidades autónomas han ido más allá, ofreciendo salas de reuniones, bares o centros culturales entre sus cuatro paredes y sus ruedas.
También son sostenibles
Las posibilidades que ofrecen estos vagones son múltiples y un rasgo por el que apuestan muchos de sus dueños es por hacerlos sostenibles. Ya metidos en reforma, ¿por qué no aprovechar los recursos naturales que los rodean para generar energía sostenible? (por ejemplo, la geotermia o la solar). Además, la mayoría de los vagones están revestidos de hierro y madera, potenciando así los materiales naturales y respetando el medio ambiente.