El olor a pólvora todavía se huele en el aire serrano de Bocairent. Moros y Cristianos han convertido sus calles, como cada año al comienzo de febrero, en un espectáculo lúdico y colorista que estalla en tracas y fuegos artificiales. Sus fiestas son una cita ineludible para toda la comarca valenciana de la Vall d’Albaida, también una vibrante sorpresa para el visitante primerizo y un motivo más que hace de este pueblo esculpido en roca un lugar especial para quien lo conoce.
Sus vecinos dicen que en Bocairent se necesita poco para vivir bien y que ofrece mucho. Tienen razón. Mirando hacia la imponente Sierra de Mariola, un extenso parque natural que domina el horizonte, se percibe que allí la naturaleza ha sido generosa.
El fabuloso paisaje de vegetación mediterránea se abre a los senderistas en caminos que conducen por cauces serpenteantes, como la Ruta del Agua, o por barrancos escarpados, como la Ruta de la Fos.
Las faldas de la sierra también pueden recorrerse en bicicleta desde el pueblo, por la Vía de la Xixarra, y de esa forma llegar a un lugar con embrujo: Covetes dels Moros, un entramado de galerías y salas subterráneas que durante siglos el agua ha ido escavando en la piedra caliza y que sus gentes ampliaron para convertirlas en almacenes en profundos pozos para fabricar hielo y en refugio seguro. Hoy es uno de sus principales atractivos turísticos y un parque de atracciones natural para niños aventureros.
La ruta mágica
En mitad de ese campo agreste y bello, se alza el pueblo sobre una peña amplia que desparrama las callejas empedradas y los monumentos históricos desde la cima. Lo hecho por el hombre no desmerece del entorno. Entre lo más destacado podemos encontrar el puente medieval de Darrere de la Vila, por el que se accede al Barrio Antiguo, una zona llena de edificios que han visto pasar siglos ante sus ventanas adornadas con macetas siempre floridas.
En lo alto, la ermita del Santo Cristo sirve como referencia al paseante, al igual que el barroco campanario de la iglesia de la Asunción, muy próximo al viejo acueducto que abastecía de agua Bocairent a través de varias fuentes seculares, todavía en uso, cuyo rumor nunca se apaga. Y a los pies del pueblo, encontramos la plaza de toros, también esculpida en piedra hace 160 años.
El ayuntamiento ha bautizado como la Ruta Mágica el recorrido que parte del Barrio Antiguo y desciende para bordear el cauce del río Clariano, flanqueado de huertas y donde aún permanecen en pie los edificios de las fábricas textiles que dieron trabajo a los vecinos durante el siglo pasado.
En algunos casos, ahora esos espacios están ocupados por las asociaciones de ‘festeros’ que organizan las fiestas de Moros y Cristianos, y que promueven actividades culturales y gastronómicas. Porque lo culinario también es protagonista en Bocairent. En sus bares y restaurantes el tapeo es una institución, y platos típicos de la zona, como los arroces, las olletas y los gazpachos, son un placer que hay que degustar.
Sí, Bocairent ofrece mucho por poco: nada menos que calidad de vida.