Entre sus más de 60 iglesias, Burgos cuenta con algunas de las construcciones góticas más importantes de España, destacando especialmente la Catedral de Santa María. Por ello, si quieres sentir el gótico a flor de piel, la ciudad castellana resulta una parada imprescindible en tu camino.
La Catedral: el gótico en su máxima expresión
Cuando cruzamos la Puerta de Santa María para acceder a la plaza, el tiempo se paraliza al contemplar ante nosotros la imponente Catedral de Burgos, máxima expresión del arte gótico en Castilla y en Europa, ya que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984.
Su construcción comenzó en 1221 y se prolongó durante más de tres siglos en los que se puede apreciar la influencia del gótico alemán, francés y holandés. Su fachada principal no deja a nadie indiferente, y es que son sus pequeños detalles los que hipnotizan a los ojos que la miran. Destacan el imponente rosetón, la portada dedicada a Santa María y la galería de estatuas con los ocho primeros Reyes de Castilla.
En su interior sorprende la decoración del claustro gótico, un paseo que nos traslada al siglo XIV y nos invita al recogimiento. Uno de los elementos que llama la atención del visitante es el Papamoscas, un personaje autómata muy popular en Burgos que se esconde en la esquina superior de la nave mayor y forma parte del reloj de la Catedral. No obstante, el Papamoscas no es la única leyenda que esconde la Catedral, puesto que en ella descansa Rodrigo Díaz de Vivar, “el Cid”, héroe castellano de la Reconquista.
La Cartuja de Miraflores: monasterio de referencia para Isabel La Católica
Si continuamos nuestro paseo por la orilla del río Arlanzón, llegamos al Monasterio de la Cartuja de Miraflores, lugar de retiro espiritual para los monjes cartujos a 3 kilómetros del centro y que debe gran parte de su relevancia artística a la promoción de Isabel la Católica. El Monasterio de la Cartuja de Miraflores guarda en su interior dos auténticas joyas: el Panteón Real, considerado uno de los mejores conjuntos funerarios góticos de Europa, y un espectacular retablo del tardogótico.
Iglesia de San Esteban: arte e historia antiguas cerca de un castillo
Otra de las paradas imprescindibles para adentrarnos en el arte gótico de Burgos es la Iglesia de San Esteban. Situada en la subida al castillo, se trata de uno de los templos más antiguos de la ciudad. Su peculiaridad la encontramos en su única torre de campanario, que se eleva por encima de un espectacular rosetón del siglo XV. Ya en su interior, podemos contemplar una colección de retablos y piezas que son muestra del rico patrimonio artístico burgalés.
Tampoco podemos desaprovechar la oportunidad para conocer el Convento de Santa Clara, uno de los más antiguos de la ciudad y que conserva una construcción gótica del siglo XIII; la Iglesia de Santa María la Real y Antigua de Gamonal, templo gótico del siglo XIV y paso obligado de los peregrinos a Santiago; o el Monasterio de San Juan, construido en el siglo XI y declarado Monumento Histórico Artístico en 1944.
Casa del Cordón: porque el arte no es sólo religioso
Sin lugar a dudas, el arte gótico encuentra en Burgos una de sus máximas expresiones, pero no sólo en la construcción religiosa sino también en la civil. Ejemplo de ello es el Palacio de los Condestables de Castilla, conocido como la Casa del Cordón debido al gran cordón franciscano que luce en su fachada principal. Si prestamos atención a las inscripciones, nos encontraremos con la grata sorpresa de estar ante uno de los lugares importantes de nuestra historia, ya que la Casa del Cordón ha sido hospedaje para reyes e infantes, escenario de la visita de Colón a su regreso de su segundo viaje a América y del fallecimiento de Felipe el Hermoso en 1506.
Burgos sorprende por su legado histórico y artístico, su gastronomía y sus alrededores. Localidades como Miranda de Ebro también tienen mucho patrimonio para compartir con el mundo. Por ejemplo, en esta ciudad existen dos yacimientos arqueológicos datados del Imperio Romano: Deóbriga y la necrópolis tardorromana de Cabriana. La primera ubicó, durante los siglos I y II, la ciudad de Deóbriga, donde se localiza actualmente la pequeña aldea de Arce. La segunda, por su parte, se sitúa junto al río Ebro y en ella puede observarse una evolución en la inhumación de los cuerpos. Aparte de estos restos tan antiguos, destacan el Puente de Carlos III, su estación de ferrocarril, sus casas solariegas, su teatro y sus multitudinarias iglesias, perfectos ejemplos de la arquitectura religiosa del lugar.