Vecinos que dicen no a la violencia de género

Raúl Alonso

El silencio siempre fue cómplice de la injusticia. Cada vez son más los que creen que cuando se habla de violencia de género, no queda otra que alzar la voz. La sensibilización frente a esta lacra crece, y ahora llega uno de los territorios que más puede hacer para combatirla: el vecindario. Así lo creen algunas comunidades de vecinos, decididas a no hacer oídos sordos a una de las problemáticas más vergonzantes de nuestra sociedad.

En la lucha contra la violencia de género los vecinos tienen mucho que decir. El maltrato contra las mujeres suele tener en el hogar, en especial en la vivienda de la mujer, un insensible testigo. Pero si siempre se dijo que las paredes tienen oídos, es el momento de que también hablen. Hay mucho que hacer. De hecho en la actualidad tan solo el 10% de las llamadas de alerta que los españoles realizan al 016 (el teléfono habilitado por la Administración para canalizar estas denuncias) tienen en el vecindario su origen. Una situación que puede estar cambiando.

La administración de fincas pasa a la acción

En los últimos meses se observa un movimiento decisivo que llama a la acción. Cada vez son más las comunidades de vecinos que toman conciencia del papel que pueden (y deben) asumir, en buena medida impulsados por el colectivo de administradores de fincas, que a través de sus asociaciones asume activamente una labor de divulgación para denunciar el maltrato.

Cierto es que aún es tímida, pero la bola ha echado a rodar en diferentes puntos de la geografía española. En febrero de 2017, el Colegio de Administradores de Fincas de Galicia fue uno de los pioneros, firmando un convenio de colaboración con la Xunta para prevenir la violencia contra las mujeres en las comunidades de propietarios. En mayo, el Gobierno de Cantabria y los administradores de fincas de esta comunidad hacían lo propio.

Pero quizá el paso definitivo se vivía el pasado mes de noviembre cuando el Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas de España informaba de un acuerdo de colaboración con el Consejo General del Poder Judicial “para que se denuncie la violencia de género en el entorno vecinal”. El objetivo no es otro que “sensibilizar en la prevención y detección de situaciones de violencia de género en las comunidades de propietarios administradas por profesionales colegiados, así como la distribución y difusión de material informativo a favor de la eliminación de la violencia contra las mujeres”.

Durante este año veremos en qué se concreta esta carta de intenciones que debería de servir para reducir esa estadística mortal que en 2017 habla de 48 mujeres asesinadas en España a manos de sus parejas o exparejas. Una cifra que probablemente acabe en 52 cuando se aclaren otros seis feminicidios en investigación.

 

El maltrato no es silencioso

En la actualidad un porcentaje muy alto de ese 10% de las personas que han marcado el 091 lo hace asustado ante un episodio de violencia evidente, alertado por una fuerte discusión o signos de pelea o paliza. Pero las Fuerzas de Seguridad advierten de que su intervención puede llegar demasiado tarde. Antes de presenciar estos episodios extremos es muy probable que ese mismo vecino haya recibido señales inequívocas de la existencia de un problema, y es en ese momento cuando hay que actuar poniéndolo en conocimiento de las autoridades.

El ciudadano, el vecino, cada uno de nosotros, debe romper con la creencia de que lo que ocurre puertas adentro pertenece a la intimidad de esa vivienda. No se trata de entrometerse, sino de actuar en conciencia y conforme a la Ley.

Hace ya décadas que la violencia de género no es un delito a instancias de parte (que se persigue por denuncia de la víctima), si no que se investiga de oficio. Por eso hay que tomar conciencia de que más que un deber moral del vecino, es una obligación legal.

Otra de las razones por las que el vecindario calla, es el racional miedo a tener que compartir ascensor con unas personas a las que se ha denunciado. Pero lo que muchos ciudadanos desconocen es que se puede denunciar de forma anónima o protegiendo la identidad del denunciante. Además, en el servicio telefónico del 016 no se toman los datos personales de quienes alertan sobre posibles situaciones de malos tratos, sus técnicos se limitan a trasladar esa información a las Fuerzas de Seguridad para iniciar una investigación que en algunos casos salvará una vida.

Queda claro, en esta ocasión el vecino tiene mucho que contar.

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