Garden Bridge: así es el parque que Londres levantará sobre el Támesis

Equipo de Redaccion

La actriz británica Joanna Lumley paseaba junto al Támesis añorando un refugio verde en el corazón de Londres, donde escapar durante unos minutos del bullicio urbanita pero, disfrutando a la vez del encanto monumental de la ciudad. Por ejemplo, en el centro del río… ¿Por qué no? Como una isla frondosa levantada entre las dos orillas.

Ese mismo día comentó lo que parecía una simple fantasía a su amigo Thomas Heatherwick, reputado diseñador y autor del pebetero que iluminó los Juegos Olímpicos de Londres 2012. La idea le entusiasmó y comenzó a trabajar en ella.

Empezaba a tomar forma el Garden Bridge, un puente sobre el Tamésis que, si se cumplen los plazos administrativos, iniciará su construcción en 2015. Para 2017, cuando se prevé que esté terminado, será una exuberante referencia en el paisaje de la capital británica.

Heatherwick ha diseñado una admirable obra de ingeniería: dos grandes plataformas de unos 30 metros de anchura quedarán sostenidas cada una por un solo pilar, y se unirán entre sí y con cada orilla por pasarelas más estrechas, de sólo seis metros.

El paisajista Dan Pearson se encargará de proyectar los jardines que ocuparán cada una de esas plataformas. Por supuesto, con un estilo muy inglés (amplias zonas de césped, coloridos parterres, árboles, bancos para los paseantes…), e integrando en el conjunto las aguas sobre las que se suspenden.

«Será un vergel sensacional, en todos los sentidos. Un lugar sin ruidos ni tráfico, en el que sólo se oirá el sonido de los pájaros, las abejas, y del viento entre los árboles –así lo describe Joanna Lumley–. Además, será un modo seguro y rápido de cruzar el Támesis. Un lugar único en Londres».

El Garden Bridge ocupará un espacio privilegiado. Se situará entre los puentes de Waterloo y de Blackfriars uniendo con sus 367 metros de largo la zona de Temple con el South Bank. Un paseante que se sitúe en su centro podrá contemplar, siguiendo hacia el oeste la línea del río, el Parlamento y el Big Ben; hacia el norte apreciará de noche las luces del popular Covent Garden y los teatros del West End; al este, la catedral de Saint Paul y el Puente de Londres; y al sur, justo en la otra orilla del río, el London Eye y la estación de Waterloo.

Tanto el Ayuntamiento como el Gobierno británico se han involucrado por completo en este proyecto. En diciembre, George Osborne, ministro de Economía, anunció que se había aprobado una partida presupuestaria de 36 millones de euros para iniciar las obras. El resto de las aportaciones, hasta completar los 180 millones del presupuesto previsto, correrán a cargo del Transport for London (un ente público municipal encargado de la movilidad urbana), y de varias organizaciones privadas. Los fondos estarán gestionados por la fundación Garden Bridge Trust.

El de Londres no será el primer puente ajardinado. París y Nueva York cuentan con sus propios diseños, en ambos casos, aprovechando el trazado de viejos pasos elevados para el ferrocarril. En 1993 se inauguró el Promenade Plantée, una pasarela de 4,5 km que llega a elevarse hasta 10 metros sobre el suelo y que une la parisina plaza de la Bastilla con el Bois de Vincennes. Siete años después se abría en Manhattan el High Line, un parque lineal de 1,6 km que recorre el West Side entre Gansevoort Street (en el Meatpacking District) y la West 34th Street.

Sin embargo, ninguna de esas propuestas resulta tan ambiciosa y tan innovadora como la que prepara la capital británica. Como decía su inspiradora, “será un lugar único”.

Imagen: The Garden Bridge

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