Quienes conocen y disfrutan del vino saben que tan importante como elegir una buena botella es saber conservarla. La solución doméstica más habitual es guardarlo en un garaje, en un trastero o contar con una vinoteca climatizada.
Pero existe otra posibilidad que, además de original, dará más valor a la casa: construir una cava bajo el salón o la cocina, consiguiendo una estancia extra sin modificar el espacio habitable. Obviamente solo es posible si se cuenta con una vivienda unifamiliar.
No es una idea nueva. Se le ocurrió en 1977 al francés Georges Harnois después de que una ola de calor en su país le arruinara su extensa colección de caldos. El mejor lugar para los vinos siempre ha sido bajo tierra, por eso decidió excavar justo debajo de su casa.
Como no tenía mucho espacio, profundizó hasta los tres metros construyendo una escalera de bajada en espiral, que recorría los botelleros ubicados en unas paredes recubiertas de hormigón.
La propuesta fue tan bien acogida entre sus amigos amantes del vino que, Harnois, vio la posibilidad de convertirla en negocio. Así surgió la empresa de cavas Helicave y, con ella, otras compañías de competencia que desarrollan proyectos similares, como la prestigiosa Spiral Cellars.
Climatización natural
La construcción ahora resulta mucho más sencilla ya que se trabaja con módulos prefabricados de las dimensiones y características que requiera el cliente. Básicamente consiste en un vaso de hormigón completamente estanco, de manera que puede mantener constante la temperatura y la humedad.
Los expertos aconsejan que los vinos se conserven entre los 12oC y los 16oC, y el grado de humedad entre el 55% y el 75%. La tierra que rodea el cilindro proporciona esas condiciones de forma natural, es decir, no se necesitan sistemas de climatización eléctricos.
El ambiente se renueva a través de unos respiraderos en la base de la cava, por donde entra el aire fresco de las tuberías que corren bajo tierra y, que a su vez, empuja al aire más cálido hacia la superficie por otro respiradero situado en la parte superior.
El acceso a la cava dependerá del espacio disponible. En los entornos estrechos, la mejor solución es la escalera de caracol, pero existe también la posibilidad de instalar escaleras plegables o en vertical.
Las diferentes propuestas también contemplan puertas que disimulan el acceso en el suelo o bien corredizas de cristal para que la bodega iluminada pueda formar parte de la decoración del hogar. Por eso, lo más habitual es que se construyan bajo el salón o la cocina, “siempre en lugares visibles, ya que al cliente le gusta enseñarlo”, explica Pablo Ruiz, responsable de Enoservin, distribuidor de Helicave en España.
Según Ruiz, la construcción de estas cavas lleva entre tres días y dos semanas, dependiendo del modelo elegido: varían en dimensiones, capacidad de los botelleros y terminaciones (en madera, iluminación LED, cobertores de cuero o piedra…). También eso determinará el precio, que se mueve en una horquilla entre 12.000 y 90.000 euros.