Naturaleza en estado puro conservada con mucho mimo, piscinas burbujeantes y zonas volcánicas bajo control, enormes explanadas salpicadas de granjas, ciudades con edificios que no pasan de dos plantas, áreas de servicio bien equipadas, tráfico lento, playas infinitas…
Nueva Zelanda es uno de esos países a los que cuesta sacarle alguna pega. No es de extrañar que en los puertos de entrada se preocupen mucho por vigilar escrupulosamente que nadie introduzca ningún agente del exterior que pueda romper este equilibrio natural. Los “kiwis”, que es como se les llama cariñosamente a los neozelandeses, son unos grandes amantes de la naturaleza y de las actividades al aire libre. Algo muy comprensible si tenemos en cuenta que en Nueva Zelanda se puede disfrutar de todos los paisajes de una forma segura. El motivo es muy sencillo: no existe ninguna especie venenosa mortal para los seres humanos. ¡Hasta en eso es perfecta!
Por estos motivos, no es de extrañar que haya sido el escenario de trabajo de varias películas en las que las localizaciones naturales juegan un papel clave. La ciudad de Wellington, capital cultural y sede del Gobierno, o la conocida como «Wellywood” en la industria cinematográfica han sido el centro de operaciones de grandes producciones del nivel de la ganadora del Óscar Avatar, de James Cameron.
Aunque probablemente las historias que más fama le han dado al país como plató de rodaje son la trilogía de El Señor de los Anillos y El Hobbit, ambas dirigidas por Sir Peter Jackson. El director, que nació y creció en Nueva Zelanda y que ha recibido el título de caballero por su apoyo al país en el desarrollo de esta industria, utilizó más de 150 localizaciones para hacer real la Tierra Media, creada por la imaginación y la fantasía de J.R.R Tolkien. Son muchos los seguidores de esta saga los que llegan cada año a las islas con la idea de realizar rutas, excursiones o seguir mapas específicos para conocer los escenarios de estas películas.
Uno de los más visitados es Hobbiton. Entre las colinas de Matamata encontramos el pueblo construido para simular La Comarca, el hogar de los pequeños hobbits, que se ha mantenido como atracción turística en la que experimentar los 44 agujeros hobbit y el Árbol de la Fiesta.
Otra de las localizaciones de la película, un poco más exigente a nivel físico, es el Parque Nacional Tongarino, donde encontramos los escenarios que representan la montaña de Mordor y sus alrededores en el monte Ruapehu (2.797 metros). Dejando a un lado el atractivo de los filmes, este trekking es considerado el mejor del país por la Oficina de Turismo de Nueva Zelanda y aparece clasificado entre los 10 mejores del mundo en varias listas de viajeros.
Aunque poco se parecen a las del Caribe, las playas neozelandesas también han llamado la atención como lugares épicos y teniendo papeles protagonistas en varias ocasiones. Karekare Beach fue elegida como imagen principal del cartel de la oscarizada película El piano, de Jane Campion, y en ella se rodaron varias escenas de la misma. Aunque saltó a la fama gracias a El piano, en Karekare también se rodaron escenas de series como Xena, la Princesa Guerrera o Hércules.
Las dos islas neozelandesas están salpicadas de escenarios naturales únicos, por lo que no es de extrañar que no hayan pasado desapercibidas para directores y localizadores. Y es que a veces no hace falta recrear un paisaje maravilloso. Basta con abrir un poco los ojos alrededor del mundo para darnos cuenta de que los mejores escenarios de rodaje ya están ahí.