Para quien no haya oído hablar mucho de este concepto, una casa bioclimática podemos considerarla como aquella diseñada y creada para aprovechar, al máximo, las condiciones energéticas y naturales del entorno en que está situada. Por ejemplo, debe disponer de unos grandes ventanales orientados al sur, para no dejar escapar la oportunidad de recibir el calor del sol durante el mayor número de horas diarias. Además, la luz natural inundará nuestro hogar y estaremos contribuyendo al ahorro de energía eléctrica.
¿Qué nos ha llevado a decantarnos por esta tipología de construcción?
En primer lugar, en casa estamos bastante comprometidos con el medio ambiente y con su conservación a largo plazo. No nos agrada un posible mal futuro ambiental para nuestros hijos y queremos contribuir a que el planeta se mantenga lo más “sano” posible.
Nos ha cautivado la idea de diseñar nuestra vivienda para el confort de las personas; y si además, esto lo conseguimos gracias a las aportaciones del viento, del sol o del calor interno de la tierra, todos saldremos ganando, ¡incluido el bolsillo!
Hemos experimentado desde niños que, en casa de los “abuelitos” se pasaba muy bien el verano porque siempre hacía fresco y teníamos que dormir arropados con manta. El aire acondicionado era algo desconocido, pero porque no era prácticamente necesario. Gracias a unos gruesos muros hechos de adobe, mampostería o tapiales, revestimientos de cal, frisos de madera proveniente de pinares aledaños, el calor estival era incapaz de penetrar rápidamente y, antes de que esto sucediera, llegaba la noche con sus bajas temperaturas, capaces de disipar las ganancias térmicas de todo el día.
Somos gentes de sol, somos conscientes de que todo lo que nos ofrece son ventajas que podemos aprovechar en nuestras casas. Su radiación es capaz de aumentar la temperatura de fachadas y cubiertas, lo que supone un enfriamiento más lento del interior en los meses más fríos. También puede calentar el agua que vamos a utilizar posteriormente para bañar a los peques a última hora de la tarde, sólo debemos instalar la tecnología adecuada para ello y, por suerte, en España sobran buenos profesionales especialistas en energía solar.
Personalmente, me gusta la idea de contar con fuentes renovables que suministren toda la energía eléctrica que consumimos en casa. Y no por el hecho de “derrochar” al ser gratis, sino por reducir nuestra contribución al aumento de las emisiones contaminantes a la atmósfera y, con ello, a la reducción de la capa de ozono. Bastante contaminamos cuando debemos utilizar nuestro vehículo particular, pero es que las tecnologías actuales en el sector de la automoción no están pensadas para quien usa su vehículo fuera de las grandes ciudades. El vehículo eléctrico o la pila de combustible, no ha alcanzado aún una madurez suficiente para llegar al gran público.
Nos gusta respirar aire puro a diario y, para ello, solemos ventilar manualmente toda la casa, en especial la cocina y los dormitorios. Pero en invierno, cuando hace frío fuera, se tiende a no abrir tanto para no dejar escapar el calorcito residual del día anterior. Después de buscar mucha información, descubrimos que existen sistemas de ventilación mecánica con recuperación de calor: el aire limpio exterior capta una gran parte del calor que contiene el aire viciado que hemos expulsado, con lo que nos olvidamos de tener que ventilar manualmente cada mañana.
Ya llevamos una lista importante y nuestro presupuesto empieza a resentirse, pero aún así, no nos faltan ideas para poder hacer uso de la biomasa de nuestro entorno. Y es que, además de dotar nuestra nueva vivienda con una caldera abastecida de pellets, prenderemos la chimenea de nuestro salón principal con la “suerte de leña” de que disponemos anualmente. No olvidéis que uno se calienta innumerables veces con ella: cuando la carga, cuando la descarga, al trocearla y, finalmente, al quemarla en el hogar.
Para terminar no voy a perder la ocasión de dotar esta confortable casa con una cubierta vegetal, ¿sabéis que se riega sola? Y eso no es todo, porque es un excelente aislante térmico natural tanto en verano como en invierno, además de cumplir una función estética diferenciadora en nuestros días. Un buen ejemplo lo está dando el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, que está revistiendo la fachada del Palacio de Congresos Europa con plantas, lo que permitirá ahorrar en la factura energética del edificio en dos tercios.
No entiendo cómo no se generaliza su uso en las ciudades donde tanto abundan el hormigón y el asfalto, ¿será cosa del desconocimiento?
Precisamente por esto último, he querido compartir con todos vosotros cómo va a ser mi próxima vivienda, o mejor dicho, cómo serán las viviendas del futuro más próximo, ya que a partir del año 2021 todas las nuevas construcciones deben ser de consumo de energía casi nulo (EECN), aunque creo que eso os lo contaré un poquito más adelante.
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