De todas las reformas que tú mismo puedes hacer en casa, pintar es de las menos complicadas. Los nuevos tipos de pintura, que cubren las superficies de forma más homogénea, y las brochas antigoteo facilitan mucho la tarea pero no te engañes, ¡es trabajoso!
Pintar es mucho más que dar brochazos a las paredes, requiere una planificación, conocer las superficies a tratar, prepararlas y cubrirlas siguiendo unas pautas. Pero vamos paso a paso y, para que sea más sencillo, hemos preparado el siguiente checklist.
Planificación
Elegir el tipo de pintura y el color. Dependerá de tus gustos, claro, pero también de la luz que tenga cada cuarto (cuanto menos iluminación, colores más claros), sus dimensiones (un color oscuro o demasiado vivo en una habitación pequeña tiende a saturar) y los tonos del mobiliario (busca la armonía).
La pintura tiene que ser de calidad, que repela las manchas, fácil de limpiar, que resista roces, que no salpique y que con una sola mano cubra con facilidad la superficie (menos pintura, menos dinero).
Hazte con los utensilios imprescindibles: masilla reparadora, espátula, lija, cinta de pintor, rollos de plástico, mascarilla, brocha mediana y un rodillo antigoteo de entre 20 y 30 centímetros con un extensor para llegar bien a los techos.
Elige días en los que la temperatura sea buena y la humedad baja para que primero la masilla y luego la pintura sequen con rapidez.
Despeja todo el espacio. Los muebles que no puedas sacar, aléjalos de la pared y cúbrelos con plásticos.
Forra con plástico o papel de periódico el suelo, las ventanas y las puertas, y coloca cinta de pintor en los bordes de los zócalos, los enchufes y en los marcos de las ventanas y puertas para evitar que la pintura los ensucie.
Procura que la habitación esté bien ventilada y utiliza la mascarilla para protegerte del polvo y de los productos químicos de la pintura.
Comenzar a trabajar con las superficies
Prepara las paredes. Limpia de polvo y restos de grasa toda la superficie. Cubre los agujeros y las imperfecciones de la pared con la masilla reparadora. Extiéndela con la espátula de manera uniforme y cuando esté seca, lija todo hasta lograr un tacto suave y liso.
Haz una prueba de color para saber si es exactamente lo que buscas. Déjala secar y aprecia su tono tanto con luz natural como artificial.
Comienza a pintar por el techo (si se manchan las paredes no importa) utilizando el rodillo y el extensor, con trazos largos. La misma técnica para las paredes: de arriba a abajo y pasadas amplias hasta que quede todo bien cubierto. Emplea la brocha para los rincones, esquinas y bordes.
Retira los plásticos y las cintas de pintor antes de que se seque la pintura para no dejar marcas.
Limpia bien el rodillo y las brochas con agua justo después de utilizarlas.
Guarda la pintura sobrante en un bote bien cerrado; dale la vuelta para que no entre aire y así la pintura pueda conservar el color y la textura originales.
Trabajo terminado y la casa, como nueva.