Madrid sigue creciendo junto a su río: alfombra verde en sus riberas, reurbaniza los barrios que lo flanquean y ofrecen nuevos servicios a los vecinos que hasta no hace mucho sólo ‘disfrutaban’ del exceso de contaminación y de extensos solares donde se acumulaban escombros.
El Plan Especial Madrid Río comenzó en 2006 con el propósito de aprovechar todo el espacio abandonado tras soterrar la avenida de circunvalación M-30. En la actualidad está a punto de añadir una nueva manzana a esa franja de parques y espacios públicos que se extiende a lo largo de 10 kilómetros por el sur de la ciudad.
La manzana, que estaba abandonada, se sitúa frente al antiguo Matadero, hoy convertido en centro cultural. Casi 21.000 m2 donde está proyectado levantar un lujoso hotel con un máximo de 27 plantas (alrededor de 90 metros), un centro comercial y diversos espacios públicos dedicados al ocio.
El proyecto pretende además cumplir con los objetivos de sostenibilidad que configuran todo el plan de Madrid Río, aprovechando las energías naturales y aportando soluciones constructivas aislantes. Se utilizarán sistemas de regulación y control inteligente en el alumbrado y optimización del uso de agua.
Según explican desde la concejalía de Urbanismo y Vivienda, “su diseño permitirá que la actividad urbana continúe y se extienda por su interior gracias a los distintos espacios al aire libre, a los recorridos peatonales y a un gran espacio abierto al río como si fuese una gran terraza urbana, desde donde se podrá contemplar una panorámica de la ciudad y del propio Madrid Río”.
Esta actuación promete ser la más espectacular de las propuestas que durante los últimos ocho años han cambiado la cara de esta zona de la capital. En este tiempo, unas 50 hectáreas han dejado de ser eriales donde se acumulaban los escombros de los túneles por los que ahora circula la M-30 para, paulatinamente, transformarse en parques donde se concentra gran parte del ocio al aire libre del distrito de Arganzuela.
“Todo esto ha cambiado por completo en muy pocos años. Ahora se puede respirar, pasear, tomarse algo en las terrazas…», comenta Miguel, propietario de un quiosco de prensa cercano al Manzanares. A muchos bares y restaurantes les ha dado la vida. Incluso mi negocio ha mejorado, sobre todo con el buen tiempo, porque la gente se compra su periódico y se va a leerlo a un banco del parque”, añade.
Esa transformación drástica también se ha percibido en la valorización de las viviendas cercanas, en especial las que antes miraban a un río dominado por un tráfico denso y que hoy sólo contemplan un silencioso espacio verde. Vecinos como Miguel aseguran que “el barrio rejuvenece” y están llegando más parejas jóvenes con niños.
Lorenzo lleva casi toda la vida en su piso de la calle Antonio López, muy cerca de donde se va a levantar el nuevo complejo de Madrid Río: “Voy con mi nieto casi todos los días al parque, a ver los patos, a jugar en los columpios… Da gusto ver a la gente haciendo deporte, en bicicleta… Hace unos años, hubiera ido a casa de mi hija para estar con el crío antes que traérmelo a este barrio. Y ahora me he enterado que van a construir en ese solar tan feo… Ya era hora”.
Así el Manzanares vuelve a tener un protagonismo que perdió hace mucho tiempo. Será definitivamente el eje vertebrador urbano para el sur de la ciudad, donde confluyen atractivas propuesta culturales y de ocio. Pero, sobre todo, es la prueba de que las grandes capitales pueden ser más habitables y sostenibles.
Foto @felipe_gabaldon, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0