Gambas, jamón y fresas… En Huelva no querrás levantarte de la mesa

Equipo de Redaccion

En el Sur se vive bien… y se come aún mejor. Hablar de Huelva es hablar de un lugar privilegiado para los placeres gastronómicos donde reinan la gamba de Huelva, protagonista en todas las lonjas de la provincia, el jamón ibérico, denominación de origen desde 2006 y la fresa, que viajó desde California allá por 1960 para adaptarse al microclima de esta provincia andaluza y abastecer no sólo a España sino también al resto de Europa.

A ella, a la gamba blanca, a la perla de Huelva, como los onubenses la llaman, ha dedicado toda su vida Custodio. Lleva saliendo a la mar desde que tenía 10 años. Su barrio es Punta del Moral, un barrio de Ayamonte en el que el mar es vida, trabajo, escenario, testigo…

No recuerda cuándo empezó a salir solo a faenar, cuándo dejó de ser aquel niño que acompañaba a su padre para convertirse en un lobo de mar más; un lobo de mar en busca de la preciada gamba.

Ni una mijita de descanso, nos explica: “Los barcos salen a por ellas de madrugada y vuelven a los muelles a primera hora de la tarde, justo para que esté en los camiones a media tarde y, por la mañana del día siguiente, fresco y jugoso, en los mercados de todo el país. A veces no pasan ni dos horas desde que el barco arriba hasta que llegan a destino”.

En este viaje la lonja es parada obligatoria, especialmente la de Isla Cristina, donde se subasta el 80% de toda la gamba onubense. Un templo en el que la gamba blanca llega a alcanzar precios de oro.

Gastronomía terrenal

Pero en Huelva no sólo hay vidas dedicadas al mar, también hay muchas otras dedicadas al campo, porque en el triángulo de las exquisiteces gastronómicas de esta provincia, junto a la gamba y el jamón, encontramos la fresa.

Los primeros brotes de la primavera vienen cargados de 7.500 hectáreas vestidas de blanco que esconden millones de estas delicias de rojo carmín. Hasta 50.000 personas luchan contra el calor onubense, día tras día, para recoger el preciado fruto, a mano, sin más ayuda que la de, en algunos casos, unos guantes de látex.

Entre ellos, mujeres como María, que lleva años encorvando su espalda en la recogida de la fresa: “Comenzamos sobre las 7:30 y de ahí hasta las 15:30 sin parar, cada una delante de nuestro lomo (la fila de tierra en la que se plantan las fresas) y con el burro (el carro donde se cargan) bien cerca…No puedes despistarte ni una mijita”, nos explica mientras con sus dos manos desnudas sigue recogiendo fresas.

Un sol que quema y bajo el que viven los gorrinos que nos dan otro lujo gastronómico: el jamón de Huelva.

¿Quieres saber el por qué de ese color rojizo y brillante por el que se te hace la boca agua cada vez que ves una de sus finas lonchas? Sabroso hasta decir basta, se consigue gracias a un micro clima único y a una alimentación a base de bellotas y pastos naturales de verdad.

José, ganadero de tradición familiar, sabe la importancia de mimar a los cerdos para seguir logrando deleitar a los paladares con este exquisito manjar que es Denominación de Origen desde 2006. “Son como hijos; cuidamos su alimentación al detalle, vareando las encinas, limpiamos la dehesa y les mimamos” explica José.

¿Aún sigues pensando que quedará algo en el plato?

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