La arquitectura de Sou Fujimoto busca una peculiar simbiosis entre el diseño y el entorno natural. Su propósito es similar en sus construcciones las estructuras básicas de la naturaleza, definiendo al mismo tiempo otra forma de utilizar el espacio.
Esos conceptos artísticos cobran todo su sentido en el proyecto al que ha llamado el Árbol Blanco. Un edificio de 17 plantas (10.000m2) que se levantará en Montpellier –está previsto finalizarlo en 2017–, en el nuevo distrito de Port Marianne y Odysseum, junto al barrio de Antigone, escenario de otro experimento arquitectónico protagonizado por Ricardo Bofill a finales del siglo pasado.
“Combina el diseño japonés de un espacio versátil y adaptable con la cultura mediterránea, que busca aprovechar la iluminación y el soleamiento natural con el consiguiente ahorro energético”, explican los arquitectos de los estudios franceses Nicolas Laisné Associates y Manal Rachdi Oxo Architects con los que Fujimoto ha desarrollado el proyecto.
Su estructura abierta parte de un eje central desde el que las terrazas de las viviendas se extienden como ramas en busca de la luz, al igual que haría un árbol. Cada apartamento, de dos o tres dormitorios, contará con uno o dos balcones que disfrutarán también de sombra gracias a los tejados de láminas orientables. Estas, además, se podrán cerrar para recoger el agua de lluvia, que se vaporizará en los días de calor para crear una bruma tropical que refresque el ambiente.
Las puertas y balaustradas de las terrazas serán de vidrio, con lo que el arquitecto incide en la idea de llevar el interior al exterior, abrir los espacios al igual que hizo con su Casa Transparente de Tokio, donde todo está a la vista salvo los baños.
Distribución ‘a la carta’
La distribución interior de cada apartamento se ajusta a la nueva tendencia de arquitectura ‘a la carta’, por la que los residentes podrán elegir sobre plano la configuración de las habitaciones. La idea es ofrecer estancias flexibles; adaptar la construcción a las necesidades de los personas y no al contrario.
En la planta baja del Árbol Blanco se abrirá un restaurante-galería de arte y en la azotea, se instalará un gran bar panorámico para apreciar todo Montpellier, las cercanas riberas del río Lez, el mar al este y la montaña Saint-Loup.
“La estructura en metal blanco en realidad no ofrece ningún parecido con un árbol –apunta Fujimoto–. Sin embargo, el estilo de vida y los momentos vividos dentro de este espacio suponen una adaptación contemporánea de la vivencia experimentada por nuestros predecesores, que habitaban en los árboles”.
Fujimoto ha creado una enorme expectación con este edificio, el punto culminante de un currículo extenso que desde hace tiempo llama la atención de los expertos por obras como la Final Wooden House, una cabaña en madera –su material preferido– absolutamente innovadora, o su participación en el proyecto internacional Solo Houses, desarrollado en el Parque Natural de los Puertos de Beceite (Teruel).
Imagen destacada de RSI-studio.