Al escoger la grifería de nuestros baños, tendemos a hacerlo según nuestros gustos estéticos, o de manera que combinen con el estilo de los accesorios y los sanitarios. Sin embargo, no es una simple cuestión decorativa, o no debería serlo, porque los modelos que instalemos pueden hacernos gastar más agua y gas de lo necesario o ahorrarnos un buen dinero en la factura, además de ayudarnos a ser algo más ecológicos.
Ten en cuenta este dato: el consumo de agua en el cuarto de baño representa en torno al 40% del total en el hogar.
Existen infinidad de diseños, pero la idea es elegir primero los sistemas de consumo más eficientes. Hay tres, según explican los expertos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Veamos sus características.
Cierre mecánico o electrónico
Eficiencia: alta
Comodidad: baja
Están ideados para instalarse en lugares públicos, donde el uso es intensivo y resulta habitual que el grifo quede abierto por descuido. El sistema mecánico consiste en un émbolo que al cabo de un tiempo cierra el caudal. El electrónico detecta la presencia del usuario y abre el flujo (caliente o frío) hasta que deja de utilizarse y se cierra automáticamente. Estos sistemas aseguran un consumo mínimo, pero son muy poco prácticos en una casa.
Monomando
Eficiencia: media-alta
Comodidad: media-alta
Es el sistema más extendido por la variedad de diseños y por la comodidad. Además, las piezas de material cerámico que componen el grifo trabajan con una holgura mínima, lo que prácticamente suprime las fugas y los goteos. Sin embargo, cuentan también con algunos inconvenientes, como la colocación del mando.
Con frecuencia, se tiende a dejarlo en el centro (entre la salida del agua fría y la caliente, mezclando ambas), por descuido o por un movimiento natural. Eso hace que cada vez que se abra el caudal, la caldera entre en funcionamiento, con el consiguiente consumo innecesario de gas. Puedes evitarlo teniendo siempre el mando en el lado del agua fría o adquirir un monomando de ‘apertura siempre en frío’, un sistema que solo abre el flujo de agua caliente cuando está más allá del centro.
Otro inconveniente es el cálculo del caudal necesario. De nuevo y por comodidad, tendemos a levantar el mando hasta el tope, con lo que se proporciona el caudal máximo (en general, unos 20 litros por minuto). Hay grifos que solventan el problema con un sistema de tope intermedio, de tal manera que se abre en un principio solo para proporcionar un caudal de 6-8 litros por minuto. Hay que volver a levantar el mando para obtener el máximo.
Grifos termostáticos
Eficiencia: alta
Comodidad: alta
Es el grifo que más ahorra en agua y gas (y el más caro) porque con este sistema es posible controlar en cada momento la temperatura y el caudal. No solo resulta cómodo, sino que permite disminuir al mínimo la pérdida de agua que supone controlar la temperatura desde la caldera, acortando ese largo tiempo desde que abres el grifo hasta que sale caliente.
Además, ayuda a cambiar tus hábitos: si sabes que cuando abres el mando vuelve a salir exactamente a la temperatura deseada, seguro que no te costará cerrar el grifo mientras te enjabonas y volverlo a abrir solo para enjuagarte. Más ahorro de agua.
Los grifos termostáticos suelen contar así mismo con una posición ECO que fija el caudal necesario para que aún abriéndolo al máximo solo fluya el agua que necesitamos. Y una última ventaja de esta grifería: pueden disponer de filtros para elegir el tipo de chorro: en spray, laminado o aireado.