Dicen que después de una mudanza, no hay nada tan estresante como emprender una reforma de la vivienda. Y no nos referimos solo a los inevitables inconvenientes de tener gente todo el día en casa –probablemente eso sea lo de menos–, sino a la tarea de planificación que requiere.
Tal vez tú seas afortunado y cuentes con un presupuesto que te permita contratar a un diseñador de interiores con su propio equipo de trabajo que te resuelva la mayoría de los problemas. En caso contrario, te conviene conocer las claves que van a hacer que esa reforma sea un éxito y, lo más importante, que no te cueste un euro más de lo necesario.
Objetivo: calidad y ahorro. Vayamos paso a paso para conseguirlo.
Ten claro qué hay que hacer y cómo hacerlo
Antes de pensar en buscar albañiles o fontaneros, define bien el proyecto: ¿qué precisa la casa? Uno no puede estar de obras cada poco tiempo. Las reformas son una gran molestia y merece la pena llevar a cabo los trabajos necesarios de una sola vez. Si vas a cambiar la cocina, quizá debas conocer el estado de las tuberías (antigüedad, fugas frecuentes…) y renovar la instalación; si vas a pintar, tal vez sea bueno sanear las paredes porque al cabo de los años el yeso se deteriora…
Bien, ya sabes qué hay que hacer, ahora debes involucrarte en encontrar los materiales que se ajusten a lo que buscas. Esto te llevará tiempo y requerirá paciencia, pero merecerá la pena porque en ello se basa gran parte del presupuesto. Acude directamente a fábrica, recorre todos los outlets de fontanería y los centros donde cuenten con material excedente de grandes obras (azulejos, baldosas, puertas…). Eliminar intermediarios (profesionales, minoristas…) significa abaratar el proceso.
Eso sí, deberás medir correctamente los espacios de la reforma para calcular las cantidades precisas de material. Siempre es aconsejable comprar algo más de lo imprescindible ya que en la obra suelen producirse roturas y deterioros. Por otra parte, ese material sobrante puede servirte para reparar futuros desperfectos.
Piensa en los costes a largo plazo
El ahorro de hoy puede ser un dispendio en el futuro. O lo que es lo mismo, muchas veces lo barato sale caro a largo plazo. En el proyecto que prepares ten muy en cuenta que las obras pueden determinar en gran medida el consumo de energía que se realizará en la casa. No buscar la eficiencia en los materiales que instales te saldrá muy caro en la factura de la electricidad y el gas. Por lo tanto, invierte en cerramientos de calidad (ventanas, persianas); elige la calefacción que más te conviene (eléctrica o por gas, y qué tipo de caldera), y estudia la iluminación que precise cada cuarto para no emplear más vatios de los precisos.
Acertar con el presupuesto
Con la planificación lista y las ideas claras, comienza la segunda fase (tal vez la más delicada): dar con buenos profesionales que se hagan cargo de la obra. La oferta es muy amplia, de modo que hay donde elegir. No te quedes con el primero que te aconsejen.
Contacta con diferentes contratistas, que acudan a tu casa, den su opinión sobre la obra y te ofrezcan sus ideas. Además, pídeles referencias de otros trabajos que hayan realizado para que tú puedas obtener información de primera mano de sus antiguos clientes. Como mínimo es conveniente solicitar tres presupuestos.
Una vez que has elegido, exige siempre un contrato donde se establezcan las condiciones, con una cláusula de penalización sobre la fecha prevista para el término de la obra. Si no lo haces así, dependerás solo de su palabra y eso con frecuencia suele generar costes extra.
Un último consejo, consulta las ayudas que ofrecen las administraciones para las reformas de vivienda porque tal vez ese termine siendo tu mayor ahorro.
Foto: @Jim Moore, distribuida con licencia Creative Commons CC BY 2.0