Ir a Kuala Lumpur es buscar entre edificios. Es evitar árboles. Es sentir la necesidad de, cada vez que sales del metro… querer saber dónde están. Desde dónde te vigilan. Desde dónde se dejan observar… las Petronas.
Son torres gemelas más altas jamás construidas por obra y gracia del hombre. Un hombre llamado Cesar Pelli. Nunca un edificio te había atrapado tanto y mucho menos dos. Venías de Myanmar… eras feliz allí con las carreteras de tierra y las casas de madera. Te gustaba eso de tener siempre cielo abierto. Que lo más alto fuera un árbol. Entonces… ¿por qué te sientes tan pequeño ahora?
452 metros de hormigón armado de orgullo, nervios de acero y grandes dosis de vidrio… para compensar. No sabes qué preferirías… vivir en el piso 88 y ver la vida desde allí… o que tu hogar estuviera enfrente y poder verlas todos los días mientras tomas un café. ¿Ver… o ser visto?
No eres el único que ha venido de peregrino hasta aquí. Giras la cabeza a la derecha y hay 30 personas mirando hacia arriba. La giras a la izquierda y ves otras 30. Turistas de todos lados haciendo fotos a sin parar. Fotos que suelen ser de uno de estos tipos:
- En las que se ven en primer término a amigos, familiares o parejas perfectamente con sólo los primeros 20 pisos de las Petronas.
- Se ven las Petronas pero no se distingue a tus amigos porque parecen hormigas y están rodeados de otras cien personas.
- La persona objeto de foto intenta hacer como que empuja las torres o las sostiene. En ellas, tanto las personas como las torres salen cortadas, pero eso da igual.
- Aquellas en las que sólo salen las torres. Se trata de fotos que pretenden ser artísticas y, o las personas sobran o son fruto de viajar solo.
- Una o dos personas intentan sacarse a sí mismos con las torres detrás. En este tipo de instantáneas, uno de los elementos sale siempre perjudicado: cortado, borroso o, sencillamente no sale.
Por un instante, lo que ves a tu alrededor te parece muy interesante. Ver cómo todo el mundo hace cosas extrañas para inmortalizar el momento. Todos quieren una prueba digna de que han estado ahí. Mientras tanto, los kualampurenses andan a toda prisa esquivando el espectáculo de todos los días. Los turistas y sus excentricidades fotográficas ya no les llaman la atención, las Petronas tampoco. Andan apresurados y con la mirada baja en busca de sus pantallas de ordenador de oficina. Es entonces cuando te preguntas: “¿Cómo es que no le dedicáis una fugaz mirada a semejante obra de arte?”. A lo que, tu mismo te respondes: “Será que yo tampoco me paro a mirar la Puerta de Alcalá cuando paso por delante”.
Es así, a veces no apreciamos lo que tenemos cerca porque, sencillamente, lo tenemos muy visto. Tremenda injusticia artística es la desidia por saturación, piensas. Lo cual, hace que te propongas que a la vuelta a tu hogar, cuando vayas de camino al trabajo, le dediques una rápida mirada a todos esos rincones que una vez te llamaron la atención. A todos esos sitios que te gustan y mucho, pero que ya no les dedicas el mismo tiempo que antes, ni el mismo cariño, ni la misma atención. Te propones guiñarle un ojo a la Cibeles cada vez que te salude, parar en el centro de la Plaza Mayor dando una vuelta sobre ti mismo y mirar hacia arriba cuando pases delante del edificio Metrópolis.