El uso de la piedra en el baño puede concebirse como un paso para volver a lo natural. No es sólo cuestión de estilo, sino de lograr entornos más acogedores y sostenibles. Ese es el propósito de los nuevos edificios de madera que se están levantando por todo el mundo, y la razón de que constructores y proyectistas recuperen la piedra como material en los interiores de las casas, en especial en los baños, un espacio de humedad e intimidad para poner a prueba sus cualidades y texturas.
Para la decoradora de La Tapicera, Alejandra Aguilar, la piedra «no es una tendencia reciente. La piedra era el material natural que empleaban los romanos en sus termas y ahora vuelve a nuestros baños para hacerlos sobrios o impactantes, modernos o clásicos, urbanitas o rústicos… Todos los estilos son posibles porque la variedad es enorme”.
Es un desafío al imperio del azulejo y el terrazo. Primero por su durabilidad y por ser un perfecto aislante, pero al mismo tiempo, como señalan los expertos de Decoración Natural, “porque hay mucho donde elegir: tonos negros, azules, verdes o rojos; texturas lisas, afiladas y arrugadas; acabados estriados, salpicados, veteados y cristalinos. Cada tipo de piedra posee diferentes características en cuanto a porosidad, resistencia al desgaste y textura. La elección dependerá del uso que se le quiera dar”.
Suelos, paredes y accesorios
Como decíamos, el baño es su hábitat natural. Para los suelos, apuntan desde Decoración Natural, se impone el granito pulido, el mármol, la piedra cantera y la pizarra: impermeables y resistentes.
Empleadas en las paredes, se convierten en un revestimiento extraordinario. Además, la colocación resulta tan simple (o tan complicada) como cualquier otro alicatado, ya que se ofrecen en distintos grosores y dimensiones.
Existen otras soluciones más innovadoras, como la utilización de guijarros (de granito, cuarzo o cantera) para obtener una terminación rústica en las paredes. Aunque, normalmente esta propuesta se limita a espacios concretos y no a toda la superficie, entre otras razones por su elevado coste.
Con cada tipo de piedra es posible lograr la textura y el acabado que se desee gracias a las distintas técnicas con las que puede tratarse el material. Estas son las más habituales para los baños:
- Abujardado. Se golpea con una bujarda (un martillo dentado) para lograr una superficie rugosa y homogénea. En granitos, mármoles, canteras y areniscas.
- Apomazado. Suaviza los bordes de cualquier piedra, como un pulido sin brillo. El tipo de textura que se suele buscar en lavabos y bañeras.
- Flameado. Rompe el granito para darle un acabado rugoso. Para paredes de estilo rústico.
- Pulido. Se obtienen superficies lisas, brillantes y homogéneas, sobre todo en mármoles y granitos. Más para paredes y encimeras que para suelos, por el peligro de resbalar.
- Piedra envejecida. El objetivo es lograr un acabado antiguo, similar al desgaste natural del tiempo. Además, le confiere suavidad.
La alternativa a la piedra envejecida es buscar materiales originales, es decir, piezas realmente antiguas: bañeras y, sobre todo, lavabos de casas y edificios abandonados o reformados. Desde bacinas y fregaderos hasta pilas bautismales que se convierten en pequeños motivos artísticos en los baños más contemporáneos.
«El mercado de estas piezas cada vez es más amplio», afirma Natalia de la Peña, creadora de Anticuable, quien puntualiza que «las posibilidades son infinitas, y al utilizarlas, ayudas a rescatar un trocito de nuestra historia y, además, contribuyes al reciclaje”.
Foto @Conanil, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0