Desde la segunda mitad del siglo XX la gente joven del campo emigraba a las ciudades dejando, incluso, pueblos casi vacíos. Sin embargo, el COVID-19 y el teletrabajo han dado la vuelta a la situación y desde marzo de 2020 muchas personas han cambiado la ciudad por el campo.
Desde que se decretaron las primeras medidas de confinamiento y distanciamiento social, la búsqueda de viviendas fuera de la ciudad se incrementó de manera muy importante. Después de meses encerrados, los españoles buscaban casas con terraza, jardín y lejos de los entornos urbanos más masificados.
Pero ha habido un grupo importante que ha ido un paso más allá. Aprovechando el teletrabajo, muchos ciudadanos han preferido trasladarse a pequeños pueblos donde la vida es más tranquila y pueden acceder a viviendas con espacios exteriores a precios más asequibles. Así, la búsqueda de fincas rústicas se ha incrementado en un 46%.
Éxodo urbano: el censo de los pueblos se dispara
En el caso de Madrid, por ejemplo, la atención se ha dirigido hacia las regiones aledañas: Guadalajara y Segovia. En estas zonas los precios de compra o alquiler son muy inferiores a los de la capital, están en contacto con la naturaleza y la vida es muy tranquila.
En Cataluña ha ocurrido lo mismo. Las familias de Barcelona han convertido su segunda vivienda en residencia fija. Así, en Torredembarra, el 60% de los 750 nuevos vecinos vienen de la capital y el 60% contaba ya con una propiedad en la zona. Lo mismo ocurre en otros pueblos con Maranges, Fontanals, Puigcerdá, Cambrils, Cadaqués… En general, el censo de los pueblos supera en hasta un 20% el de año anteriores.
Parece, por tanto, que la tendencia se invierte. Durante muchos años, según datos del INE, el 85% de la población española ha vivido en menos del 20% del territorio. Toda concentrada en grandes ciudades. Mientras que el campo, ha perdido un 10% de la población desde el año 2000.
Pero ahora todo podría cambiar si el teletrabajo se establece y se normaliza en la sociedad. Muchas personas, especialmente familias jóvenes con hijos, prefieren vivir en entornos rurales. El perfil, de hecho, se corresponde con personas entre 30 y 60 años, con familia que buscan casas o chalets adosados con una pequeña parcela.
Una tendencia histórica
Esto no es la primera vez que pasa, tal y como comparte Jaume Claret, historiador en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), para The Objetive. Refugiarse lejos de la ciudad ante pandemias, guerras o revoluciones ha sido siempre la respuesta. “Con la gripe española pasó. En Barcelona, la gente rica huyó hacia los altos que rodeaban la urbe. También ha pasado siempre en Latinoamérica, donde a raíz de ello la diferenciación entre barrios ricos y pobres funciona de esta forma: los primeros están en zonas más altas y eso se asocia con mayor salud», explica.
Hay que aclarar que, aunque el éxodo urbano no es un fenómeno nuevo, la crisis actual lo ha fortalecido. Muchas personas ya sentían la necesidad de abandonar el caos de la ciudad y sustituirlo por la tranquilidad del campo. La pandemia solo ha sido el empujón final.