La agricultura siempre ha estado presente en la ciudad. Hace siete mil años ciudades antiguas como Mesopotamia, Machu Pichu o Tenochtitlán combinaban grandes e imponentes edificios con zonas agrícolas en el centro y la periferia.
Una vez consolidada la Revolución Industrial y debido a la expansión del transporte y al acceso a energía abundante y barata, ciudades y agricultura comienzan a desvincularse físicamente. A pesar de ello, más de 200 años después, hoy la ciudad sigue dependiendo de la agricultura, y es ya una realidad en muchas urbes en todo el mundo, entre ellas las españolas, que vuelven a incorporar la agricultura urbana como un proceso cotidiano de abastecimiento.
El resurgir de la agricultura en las ciudades es un proceso cíclico que ha estado ligado a episodios de crisis (económicas, sociales, conflictos bélicos…). Las razones de su aparición están relacionadas con dos necesidades básicas, por un lado, la subsistencia (tanto producción destinada a la venta como al autoconsumo) y por otro, con la generación y afianzamiento de comunidades.
Ron Finley es el “jardinero gangster”. Finley propone retomar los espacios públicos del sur de Los Ángeles, lugar que está especialmente lleno de solares vacíos, y plantar flores, frutas y verduras, “entre todos y para todos”. Según explica Finley en el congreso mundial sobre Tecnología, Entretenimiento y Diseño, TED, “la jardinería es mi graffiti. Te sorprenderías de ver lo hermoso que es un girasol, y cómo afecta a la gente”.
Foto @AdRikTa, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0
Como si la jardinería fuera el acto más desafiante, Finley propone un nuevo cool botánico como único acto de protesta y de desobediencia civil basado en el amor, y no en la violencia. “Quiero hacerlo sexy”, concluye, “quiero que todos nos volvamos… ecolucionarios”.
Otro gran ejemplo canalizador del cambio es el nuevo movimiento “Valhalla”. Creado por un equipo de más de 20 jóvenes que compraron un terreno de 24 hectáreas en las afueras de Montreal, lo están transformando en un espacio para alojar invernaderos comunales, auto-sostenibles y autónomos. Con ayuda de esta nueva tecnología, la comercialización de la “Granja del futuro” está a la vuelta de la esquina.
Por otro parte, Pau Fau, arquitecto y artista visual, escribe ‘La Ciudad Jubilada’, desde un lado más teórico o relacionado con la observación, y no tanto con la acción. Esta obra versa sobre huertos construidos por ciudadanos jubilados alrededor de los ríos de la ciudad de Barcelona. La publicación está organizada en forma de diccionario y reflexiona, a través de fotografías y textos de diversos autores, sobre la variedad de aspectos que rodean este fenómeno urbano informal. Además, se puede consultar el corto/documental donde se muestra el día a día de uno de los muchos jubilados que cultivan de manera autónoma a las afueras de Barcelona: cuente en primera persona su experiencia y cómo autogestionan su sencillo pero eficiente engranaje de cultivo:
La Ciudad Jubilada / The Retired City de Pau Faus en Vimeo.
El regreso a la “naturalización” es ya un hecho también en nuestro país, y ciudades como Barcelona, Madrid, Bilbao o Alicante, entre otras, son testigos y protagonistas de iniciativas que surgen impulsadas por vecinos, asociaciones, colectivos sociales y ecologistas. Construyen una red de huertos urbanos en los que el objetivo no es sólo el cultivo alimentario, sino la creación y afianzamiento de nuevas comunidades, el aprendizaje, la socialización en los barrios, la integración, etc.
Es tal la multitud de casos reales que han proliferado en nuestras ciudades, que se han conseguido introducir en la esfera pública, y aunque todavía de forma muy incipiente, en la agenda política.
Foto @AdRikTa, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0