Así leído, este titular nos lleva a un universo místico de complejidad interior pero… que no cunda el pánico. Este no es un post revelador sobre la existencia de vida en otros planetas ni trata de ayudarte a encontrar tu lugar en el mundo. Las señales a las que nos referimos son algo mucho más mundano que todo eso, aunque a veces también dan mucho que pensar. Hablamos de las representaciones gráficas que nos rodean por todas partes formando parte de nuestra vida y cuya finalidad es transmitir un mensaje, advertir de un peligro o informar de lo que está o no permitido hacer.
Señales de la calle, vamos.
Las señales son una de las formas que las ciudades tienen de relacionarse con nosotros. Un canal de comunicación unidireccional que trata de tendernos una mano en nuestro camino, organizar el caos y evitar posibles accidentes. Las señales forman parte del mobiliario urbano, y por todos es sabido que en algunos lugares del mundo lo más llamativo de ver está en las calles del país. Algunas veces es la singularidad de su arquitectura lo que nos encandila, otras, la enorme actividad de todo lo que sucede en cada rincón y, muchas otras, son sus señales las que, como si formaran parte de una gigantesca exposición urbana, llaman la atención de todos los que somos de fuera.
Entre todas las divisiones que podríamos hacer sobre las diferentes señales que nos hemos encontrado a lo largo y ancho de este mundo, queremos compartir contigo las responsables de provocar los siguientes sentimientos y reacciones en el foráneo receptor del mensaje:
– Las enigmáticas. Son aquellas señales a las que por más vueltas que les des eres consciente de que no estás ni cerca de saber qué significan. A veces pasa que nos enfrentamos a un motivo idiomático o de diferentes alfabetos pero, muchas otras, ni siquiera con iconos uno consigue saber qué quieren decir. Dan mucho juego porque uno intenta decodificar el mensaje sin éxito y se da cuenta de la cantidad de cosas que podría significar la señal según el color, forma y ubicación, para después llegar a la conclusión final de que no tiene ni idea de su significado seguido de una cara en la que se puede leer el signo de interrogación.
– Las re-interpretadas. En este grupo están incluidas todas aquellas señales que te resultan familiares, entiendes lo que significan o eso crees, y te recuerdan a alguna representación icónica con la que ya estás identificado, pero a la que le han dado un toque… diferente. Hay zonas en las ciudades que son auténticos tesoros de la señalética reinterpretada como, por ejemplo, los cruces de peatones o los alrededores de las salidas de los colegios. Estas señales suelen provocar una sonrisa seguida de una interpretación personal del tipo, “por aquí solo cruzan abuelitas o señoras con moño y falda”.
– Las de ubicación. Son aquellas que te recuerdan dónde estás, o bien por utilizar alguna palabra en el lenguaje local, o bien por informarte del tipo de fauna con la que te puedes cruzar en tu camino que, poco o nada tiene que ver con las entrañables vacas asturianas. Estas señales son las que en un momento dado pueden hacer que te preguntes si involuntariamente te habrás salido de la ruta y te has colado en un auténtico safari. Canguros, serpientes, cocodrilos, koalas, osos… hay animales “para todas las carreteras”. Dependiendo del receptor, estas señales pueden provocar emociones muy diferentes que van desde el pánico, hasta la tremenda euforia por tener la posibilidad de ver cómo un avestruz cruza corriendo de un lado a otro.
A estos tres grandes grupos podríamos añadir muchos más. Seguro que te has cruzado en muchas ocasiones con señales que no te dejaron indiferente. Algunas que hasta han conseguido sacarte más de una carcajada o te han llenado de rabia por no entender lo que significaban. Aparte de estos sentimientos encontrados, lo que casi siempre consiguen provocar estos curiosos grafismos en todos los que llegamos de fuera, es que levantemos nuestra cámara buscando el mejor ángulo para inmortalizar la señal en cuestión, como si de una obra de arte se tratara.