Cada vez que aterrizas en un nuevo destino por el mundo no pierdes oportunidad de colarte en todos los monumentos religiosos que se cruzan en tu camino. Más o menos de acuerdo con las creencias de ese lugar eres consciente de que estos enclaves forman parte de la vida de muchas personas. Innegablemente son un buen sitio para observar, empezar a hacerse preguntas y aprender nuevos detalles sobre la cultura y las costumbres del lugar.
En los primeros que visitas te fijas en la arquitectura, después son los ritos de sus fieles los que empiezan a llamar tu atención. Poco a poco vas perdiendo la timidez, buscas una mirada cómplice y si encuentras respuesta te atreves a preguntarle a alguno de los sacerdotes sobre las dudas que te surgen con respecto a lo que está sucediendo delante de ti. La operación se repite una y otra vez sin importar que lo que se cruce en tu camino sea una iglesia, una mezquita, un templo o una pagoda.
Esta operación empieza con mucha intensidad aunque según van pasando los días, la sorpresa va disminuyendo poco a poco. Hasta que en el templo número 153, te plantas. Aún con todas las ganas e ilusión que le estás poniendo, están empezando a parecerte todos bastante parecidos e incluso te atreverías a decir que iguales.
¿Le pasará lo mismo a los extranjeros cuando vienen a nuestro país y se “empachan” de iglesias, catedrales, capillas y ermitas? Por suerte para los visitantes algunos arquitectos se han negado a colaborar en el diseño de obras que participen de esa amalgama de recuerdos. Este es el caso de Antonio Gaudí, considerado el padre del modernismo catalán.
El Templo Expiatorio de la Sagrada Familia es una iglesia monumental cuyas obras se iniciaron el 19 de marzo de 1882. En 2013 fue el tercer monumento más visitado de España, superado por la Alhambra de Granada y el Museo del Prado, según los datos del Laboratorio de Sostenibilidad del Patronato de la Alhambra. Esta posición en el podium de intereses turísticos se hace más llamativa sabiendo que todavía se encuentra en construcción y que la obra ha sido financiada mayoritariamente con capital privado.
La Sagrada Familia es como se conoce a la familia de Jesús de Nazaret compuesta según la Biblia por José, María y Jesús y a los que Gaudí dedicó la impresionante construcción y la temática de las cuatro fachadas principales: fachada del Nacimiento, de la Pasión, de la Gloria y del Ábside. Y es que al arquitecto catalán se le atribuyen cuatro grandes pasiones que se entrecruzan en la Sagrada Familia: la arquitectura, la naturaleza, en la que se inspiraba constantemente, la religión y el amor por su tierra natal, Cataluña.
Son tantos los detalles para disfrutar en el exterior, en el interior o desde las conocidas como “chimeneas” a las que está permitido el acceso, que se hace difícil dedicarle menos de dos horas a la visita. Por todos los rincones encontramos presencia de trabajos artesanales que el propio Gaudí dominaba como la cerámica, la forja de hierro, la carpintería, el trabajo del vidrio e incluso algunas nuevas técnicas que él mismo introdujo, como el trencadís con piezas de cerámica de deshecho.
Además del disfrute visual que supone, la Sagrada Familia es un reclamo para todos aquellos amantes de la simbología. No son pocas las interpretaciones que relacionan al confeso católico de Gaudí con la masonería. Algunos de los símbolos más llamativos son el Criptograma de Subirachs en la fachada de la Pasión con 33 formas de sumar 33 y la escultura romana de la fachada del Nacimiento con seis dedos en sus pies.
El significado de la palabra diseño en Barcelona está presente en las propias calles de la ciudad y Gaudí es uno de los responsables de la representación de este concepto en otras de sus obras como el Parque y el Palacio Güell, la casa Milá, la casa Vicens, la Pedrera o la casa Batlló entre otras. Aunque en el caso de la Sagrada Familia llama todvía más la atención por la naturaleza del propio edificio. Entre los comentarios de los visitantes se pueden leer palabras como “única, grandiosa, original”, “moderna y tradicional”, “inolvidable”… Desde luego una construcción religiosa que difícilmente pasará desapercibida en la memoria de todos aquellos que tengan la oportunidad de ir a conocerla.