Platos y cubiertos de plástico, pajitas, bastoncillos y envases de polietileno de usar y tirar serán cosa del pasado en apenas un par de años. Su prohibición es una de las últimas medidas aprobadas por el Parlamento Europeo para mitigar la imparable y alarmante invasión de plástico de los ecosistemas marinos que, según datos de la ONU, llevaría a que en 2050 los océanos alberguen más toneladas de plásticos que de peces.
Entre agendas políticas y restricciones normativas, cada persona, a título particular, puede ayudar a paliar el problema en la medida de sus posibilidades. Aunque apuestas como vivir sin generar basuras o eliminar el uso de este material por completo puedan parecer abrumadoras, lo cierto es que todos y cada uno de los gestos, algunos muy sencillos, cuentan para reducir la huella medioambiental de los hogares.
Antes de empezar
El proceso de reducir los plásticos comienza con la simple concienciación de que el uso de este material se encuentra enormemente extendido: de botellas a bolígrafos, de juguetes infantiles a cepillos de dientes…
Aunque hoy en día el mercado ofrezca alternativas fácilmente accesibles, reducir el uso de plásticos en casa no debe pasar por deshacerse de todos los elementos de este material de la noche a la mañana sino de, progresivamente, sustituirlos por otros más ecológicos (cristal, acero, cerámica, madera…) con la única excepción de aquellos que puedan ser tóxicos y estén en contacto con los alimentos.
La compra
Se estima que un 70% del plástico que llega al mar procede de envases y productos de un solo uso. Un simple vistazo en el supermercado evidenciará la existencia de gran cantidad de embalaje innecesario: ¿quién no está familiarizado, por ejemplo, con la estampa de hileras de bandejas de fruta envueltas? Con sólo comprarlas al peso ya se evita la generación de un residuo.
Llevar encima siempre una bolsa de algodón o lino para transportar la compra, evitar adquirir comida empaquetada o elegir aquellos envases de cartón o cristal y comprar a granel son sencillas acciones que evitarán cruzar el umbral del hogar con una buena cantidad de plásticos tras cada visita al supermercado. Ya en casa, los alimentos se pueden almacenar en envases de cristal (tanto mejor si son reutilizados) o metal o envolverlos en tela (evitando el film), según convenga.
Productos de limpieza
La mejor manera de evitar almacenar en casa decenas de productos de limpieza en envases plásticos pasa por un cambio de hábitos: utilizar productos de caseros elaborados con materias primas tan básicas como el vinagre, el bicarbonato, el jabón en barra o los aceites esenciales no sólo evitará la presencia de estos plásticos sino también de algunos tóxicos.
Para el lavado de la ropa se han popularizado las llamadas nueces de lavado, procedentes de Asia y cuya cáscara tiene efectivas propiedades detergentes y suavizantes y un olor neutro.
Higiene personal
Jabones y cosméticos suelen comercializarse en plástico aunque, una vez más, reducir su uso no resulta complicado. Geles, champús, acondicionadores y desodorantes, por ejemplo, pueden encontrarse fácilmente en versión sólida, evitando con ello el uso de un puñado de envases. Si no se puede evitar, elegir cosméticos servidos en lata o cristal es la mejor alternativa.
Sustituir los bastoncillos de algodón o el tradicional cepillo de dientes por versiones de bambú, las cuchillas desechables por otras de metal, utilizar una esponja natural
Textiles y ropa
Algo menos evidente a simple vista es la gran presencia del plástico en ropas y tejidos: evitar en la composición de nuestras prendas materiales como poliéster, nylon, licra o acrílicos es fácil con un simple vistazo a la etiqueta.
Como se puede observar, no es necesaria una gran inversión de tiempo ni esfuerzo para reducir progresivamente el uso de plásticos en el hogar y minimizar la huella ambiental: tan solo un cierto grado de compromiso y atención en pequeños gestos. Los océanos (y sus habitantes) lo agradecerán.