Los edificios son los responsables de 36% de las emisiones de CO2 a la atmósfera y del 40% de la energía consumida, según los estudios realizados por la Unión Europea (UE). Actuar sobre el cambio climático obliga a reducir drásticamente esos porcentajes.
Para ello, es imprescindible contar con la implicación de promotores y propietarios. Una de las medidas más efectivas para conseguirlo es ofrecerles estímulos financieros a cambio de aumentar el número de viviendas sostenibles.
Esa es la idea que ha impulsado a la Federación Hipotecaria Europea (EMF, por sus siglas en inglés) a iniciar un proyecto piloto de dos años en el que ha sumado a diferentes entidades bancarias e instituciones públicas con el objetivo de crear los que define como ‘préstamos verdes’.
Cuanto más eficiente sea la vivienda que se quiere adquirir, más reducido será el tipo de interés de la hipoteca que conceda el banco. Por ejemplo, si un futuro propietario solicita a una entidad financiera un préstamo para adquirir una casa con un certificado energético E (uno de los peores, pero el más habitual en España), el diferencial con el Euribor podría ser del 1,5%. Sin embargo, si el certificado es A (el más eficiente) podría reducirse al 1%.
Los compradores ya ven en la vivienda sostenible una inversión rentable porque está aumentado su demanda. Una construcción con calidad Passivhaus (casas consumo 0 y materiales reciclables) o con el sello internacional Breeam (un método que certifica la máxima sostenibilidad de las construcciones) aumenta su coste una media del 10% en comparación con otras viviendas tradicionales. Pero a la vez consigue hasta un 70% de ahorro energético. Si además un préstamo verde reduce considerablemente el coste de la financiación, la rentabilidad está asegurada.
En España ya son 32 los promotores que han certificado sus residenciales o están en proceso de obtener el sello internacional Breeam. Este tipo de hipotecas propiciará que promociones así se multipliquen.
Rehabilitaciones más económicas
Los préstamos verdes también se concederían a obras de rehabilitación que tengan como principal finalidad reducir el consumo de electricidad, combustibles y agua en la vivienda.
De nuevo el menor coste de financiación se sumaría al ahorro y la revalorización de la propiedad. En un reciente estudio, el comparador kelisto.com calcula que la diferencia en la factura anual energética entre un hogar eficiente y otro que no lo es llega a alcanzar los 1.800 euros. Por otra parte, la Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac) asegura que una reforma integral, con un coste de unos 50.000 euros de media para un piso tipo de 90 m2, puede revalorizar una vivienda entre un 20% y un 25%.
¿Qué se considerará ‘sostenible’?
Para que el proyecto piloto de la EMF sea viable tiene que crearse un marco válido para toda la UE en el que se defina qué se considera una construcción sostenible, lo que servirá para categorizar los niveles de consumo, del más al menos eficiente.
Por otro lado, las entidades financieras deben comprobar que los préstamos verdes son rentables también para sus cuentas de resultados. La EMF sostiene que eso es así con dos argumentos:
- El ahorro que proporciona vivir en una casa eficiente permitiría al propietario contar con más liquidez para afrontar sus deudas, entre ellas el coste de la hipoteca.
- Una vivienda con un bajo consumo energético tiene más valor de mercado, lo que ayudaría a reducir el tiempo de venta y aumentar su beneficio.
La particularidad del mercado inmobiliario en nuestro país, en el que la mayoría de las viviendas son pisos, convierte a las comunidades de propietarios en una pieza clave en la mejora de la eficiencia energética a través de la rehabilitación. La reforma de fachadas, cubiertas e instalaciones eléctricas en zonas comunes son decididas en las juntas de propietarios y sería la comunidad la que se beneficiaría de los préstamos verdes.
En 2021 se hará balance de lo conseguido con el proyecto de la EMF y la Unión Europea determinará si el sistema se generaliza.