La seguridad de las personas, la movilidad o el control del tráfico. El big data está transformando las urbes convirtiéndolas en espacios más habitables. En un futuro no muy lejano viviremos en espacios mucho más sostenibles, donde además los ciudadanos gozaremos de mayor calidad de vida. Puede que te parezca lejano, pero los expertos dicen que es una realidad y muy pronto viviremos en smart cities, todas ellas creadas a partir del Internet de las cosas.
El análisis de los datos
¿Te imaginas circular sin tráfico cada día en tu ciudad? Esto ya es posible. Cada vez que cogemos un autobús, el metro o cualquier otro transporte público, estamos generando una gran cantidad de datos que los gobiernos utilizan para diseñar smart cities. La idea es que a partir de esta data se planifiquen las calles, las carreteras y todo el sistema de transporte público en base a las necesidades reales de sus habitantes.
Pero este es solo un ejemplo. También en sanidad, la tecnología de la información es un auténtico filón: ahora los gobiernos pueden ver qué necesidades tienen los habitantes, cuántas veces acuden a consulta, cuáles son las enfermedades más comunes de una metrópoli, dónde se producen las listas de espera y diseñar un sistema hospitalario y sanitario mucho más completo.
La sostenibilidad como reto de las ciudades inteligentes
El objetivo de estos lugares es ofrecer espacios más habitables para las personas y con más servicios. Dicho de otra forma: adaptar los núcleos urbanos a las necesidades reales de sus habitantes con infraestructuras que permitan hacerlo. Pero además, persiguen un segundo objetivo no por ello menos importante: que estas urbes personalizadas sean también sostenibles. Por ejemplo, imaginemos que en un lugar llueve prácticamente todos los días, ¿por qué no aprovechar ese agua para darle una segunda vida? El big data es la clave: a través de la información, se puede analizar cuántos litros de agua se generan, en qué partes llueve más y con qué densidad y qué tipo de agua procede de la lluvia. A continuación, se podría diseñar un sistema de potabilización, reciclaje y reutilización del agua para volver a abastecer a los ciudadanos. En una smart city, los recursos naturales son riqueza y no solo se pueden, se deben volver a utilizar.
Songdo: un ejemplo a seguir
Está situada a 65 kilómetros de Seúl, en Corea del Sur y está totalmente interconectada y es sostenible. Songdo ha sido calificada como la mejor ciudad inteligente del planeta. Se creó desde cero en 2003 y en ella viven 120.000 personas aunque se ideó para el doble.
Cuenta con un potente sistema donde todo está conectado a través de cables de fibra óptica, de tal manera que hay Internet en todas partes y todo se encuentra digitalizado. Esto ha hecho, que sus habitantes gocen de mucha comodidad y calidad de vida. Por ejemplo, los habitantes no tienen que depositar la basura en contenedores sino que desde sus casas los residuos son transportados hasta una planta de reciclado. De hecho, no hay camiones de la basura ni contenedores por las calles.
La metrópoli controla a través de sensores la temperatura, el tráfico, la energía, y los hábitos de consumo de sus ciudadanos. Hay estaciones para recargar los coches eléctricos y cuenta con un potente sistema de reciclaje de aguas.
Se creó con la intención de ser un ejemplo de desarrollo urbanístico para el resto del mundo. En ella, hay rascacielos de acero y vidrio, hay un gran lago y múltiples zonas verdes. Más de 1.500 empresas ya se han instalado aquí y 60.000 personas trabajan en ellas. Uno de los grandes atractivos que presenta es que está construida alrededor de un gran parque y prácticamente se puede ir a todos los lugares con solo atravesarlo. Un núcleo urbano del que muchas otras ciudades tienen que aprender.