¿Cómo viven los solteros?

Raúl Alonso

Los hogares unipersonales son los que más rápidamente crecen en España. Una revolución silenciosa de la que apenas se recoge información en los grandes medios de comunicación, pero que está modificando no solo la tipología de la vivienda, también la forma de consumir o la oferta de ocio. Pero ¿cómo viven los solteros?

Lo primero que hay que aclarar es el concepto. El marketing americano, siempre con ojo avizor a los grandes cambios sociales, lo ha bautizado como movimiento single, dotando al concepto de un significado más allá del de soltero para referirse a esas personas que deciden vivir solas por múltiples motivos: no buscan pareja; la buscan y no la tienen; la tienen, pero no comparten vivienda; o la han perdido.

El hecho es que en uno de cada cuatro hogares españoles vive un único habitante. Se calcula que son 4,5 millones de los 18,4 existentes, según dato del Instituto Nacional de Estadística (INE). Y además es la tipología de vivienda que más crece, el 2,8% en 2014, último dato de la Encuesta Continua de Hogares 2016.

En cuanto a su perfil, el de mayor de 65 años es el más común (unos 1,8 millones de hogares), siendo 1,3 millones de ellos habitados por mujeres. Sin embargo, entre los menores de 65 años, hay una mayor presencia de hombres.

 

Mejor en alquiler

Este año la plataforma Pisos.com presentaba un estudio que permite un acercamiento al impacto que el movimiento single tiene en el mercado inmobiliario. Tras analizar los mercados de las cinco ciudades más pobladas (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Zaragoza), se constata que la oferta de pisos unipersonales crece, si bien no al mismo ritmo de la demanda. La oferta más común es la de vivienda con dos dormitorios, ya que el reparto del coste la convierte en más accesible y comercial.

De hecho, mientras el precio medio de venta de una vivienda unipersonal en estas localidades era de 160.962 euros en 2016 (un 4% más que un año antes), una pareja puede acceder a una vivienda de dos dormitorios por 199.089 euros. La diferencia es de un 24% más que por una vivienda de un único dormitorio.

La situación no es muy diferente cuando se analiza el mercado de alquiler. En este caso el precio medio para un soltero es de 709 euros/mes, mientras que una pareja accede a un piso por 844 euros/mes.

Frente a un mercado que penaliza menos el alquiler que la propiedad, los singles cada vez optan más por el contrato de arrendamiento, una opción más acorde a su nivel de ingresos. Una tendencia en ascenso, según recogía el estudio Radiografía de las viviendas de las familias españolas, de Línea Directa Aseguradora (diciembre 2016), que afirma que el 38% de los singles ya vive en una casa de alquiler.

 

Madrid, territorio ‘single’

La capital de España es la ciudad que concentra mayor número de viviendas unipersonales según Pisos.com: en 2016 contaba con el 41% de la oferta de los cinco grandes mercados mencionados (un año antes rondaba el 49%). Frente a este retroceso, Barcelona toma posiciones y ya alcanza el 21%, seguida de Valencia (16%), Sevilla (13%), y Zaragoza (8%).

 

Mejor en el centro

En el estudio sobre ubicación, destaca la predilección del soltero por el centro de la ciudad, muy posiblemente un entorno más acorde a su modelo de vida por permitirle moverse a pie o en transporte público, facilidades de acceso a la oferta de ocio y cultura de la que es gran usuario y, en definitiva, porque facilita su socialización. Así todo el centro histórico de Madrid, Ciutat Vella en Barcelona, o el casco antiguo de Sevilla concentran la oferta de vivienda unifamiliar en estas localidades.

 

Compra por impulso

El modelo de vida del single se aleja mucho del arquetipo de ‘solterón’, como hasta hace no mucho se le calificaba. La primera diferencia es que está satisfecho con su estado, por lo que decide sacar el máximo partido a su situación.

En el terreno del consumo, las grandes agencias de estudio le relacionan con un consumo más hedonista, está más predispuesto a darse un capricho que una persona con cargas familiares. Este ánimo le incita a la compra por impulso, la no programada, pero también es cierto que es un gran usuario de Internet y redes sociales, donde le gusta buscar información.

También valora la calidad por encima de la media, ya que considera que impacta menos en su economía doméstica, por ejemplo, cuando compra en el supermercado, busca productos de menor tamaño o monodosis y más alimento preparado. Del mismo modo, está más predispuesto a consumir restauración y emplea una mayor cantidad de presupuesto a opciones de ocio, de cultura y deporte.

Por otro lado, tiene una mayor preocupación por su salud. Lo que se traduce en su pauta de alimentación en la elección de productos ecológicos, los llamados superalimentos (quinoa, cúrcuma, stevia…) y complementos nutricionales. Pero también en su cesta de la compra tienen mayor cabida productos y servicios de cuidado personal y belleza, es un gran usuario del sector wellness.

Por el contrario, valora menos las grandes posesiones (vehículo, segunda vivienda, grandes electrodomésticos), un ahorro que le permite invertir en compras con satisfacción más inmediata (como un viaje o una cena de lujo) o en su formación.

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