¿Madera o cerámica? ¿Moqueta o piedra? Se trata de conseguir el máximo confort en tu casa rentabilizando una inversión que suele ser importante. Por eso, antes de elegir una superficie hay que analizar las condiciones de la vivienda y el uso que tendrá.
Un consejo, hazte estas preguntas:
- ¿Cuál es la base sobre la que se instalará el suelo? Hay que saber si es una superficie nivelada, más o menos porosa o húmeda. Por ejemplo, la piedra y la cerámica solo pueden instalarse en suelos con base de obra, nunca sobre uno ya instalado. Por el contrario, la moqueta o los revestimientos sintéticos se adaptan a cualquier suelo.
- ¿Qué temperatura y humedad deberá soportar? Los cambios extremos de temperatura provocados por una calefacción radiante, por ejemplo, pueden contraer y dilatar una madera no preparada que se terminará abriendo y perderá adherencia. Si hay mucha humedad, la madera la absorberá, se abombará y levantará.
- ¿Cuánto rozamiento tendrá que resistir? No sufrirá igual el suelo de un piso de soltero que el de una familia con niños pequeños. La cerámica y la piedra son los materiales más duraderos, y el vinilo y la pintura sintética los menos resistentes.
- ¿Es difícil instalarlo? Cuanta más obra requiera y más tiempo se tarde, más costoso será el suelo y, además, más complicada y cara su renovación. Colocar un revestimiento sintético es sencillo y económico, al igual que la tarima flotante, no así las baldosas.
- ¿Cuánta luz recibirá? Los espacios poco iluminados requieren de colores claros y superficies que reflejen la luz. A un cuarto de baño interior, por ejemplo, le convendría una cerámica viva y pulida, mientras que un salón con grandes ventanales puede soportar una madera oscura y mate.
Incluso habiendo tomado la decisión de colocar una determinada superficie, nos encontraremos con diferentes calidades y características. Hay que conocer bien lo que nos aporta cada una:
- Cerámicas. Instalación compleja, pero muy resistentes al uso, tanto para el tránsito como para soportar la humedad y la suciedad. Son suelos fríos, de manera que se agradecen en ambientes cálidos. Otra de sus ventajas es la amplia variedad de diseños y texturas.
- Maderas. La instalación es difícil menos cuando se trata de tarima flotante (de láminas ajustables). La madera es un material de calidad que puede resistir años en perfectas condiciones, aunque dependerá del uso, del cuidado –empleando limpieza con ceras y renovando el barniz–, de la temperatura y de la humedad. Una madera de baja calidad no compensa el coste de la instalación con los años de duración.
- Piedras. Mármol, granito, pizarra, arenisca… Todos los tipos de piedra aseguran durabilidad y resistencia a cualquier condición. Su desventaja es el precio y la dificultad de instalación.
- Cemento y hormigón. Las nuevas tendencias arquitectónicas proponen estos materiales de obra como suelos alternativos, que pueden variar en tonos y reproducir diseños. Tan resistentes y fáciles de mantener como la piedra, e igual de fríos y complejos de instalar, aunque resultan más baratos.
- Revestimiento sintético y vinilo. Son muy sencillos de colocar y de limpiar, resistentes al agua, adaptables a cualquier superficie, aislantes del frío y el calor, económicos y ofrecen posibilidades tan originales como los diseños en 3D. Su principal problema es que soportan mal el uso intenso o prolongado.
- Moqueta. Es la elección más cálida y, también, la más utilizada en lugares de baja temperatura. La moqueta es fácil de instalar, proporciona confort, diseño y resiste bien el paso del tiempo. Su principal inconveniente es que acumula suciedad y polvo, por lo que requiere un continuo mantenimiento.
Todos los suelos deben contar con una garantía, como cualquier otro producto, pero en muchos casos para que sea efectiva los fabricantes exigen que el material sea manipulado según sus indicaciones y no sufra por una instalación defectuosa. De manera que, ante la duda, deja que lo haga un especialista.