Cemento, agua, arena fina y piedras gruesas. El hormigón es un elemento que desde el siglo XIX ha tenido una presencia casi imprescindible en las grandes construcciones. Los avances técnicos y la mejora de sus materiales básicos ha permitido con el tiempo que pudiera trabajarse con diferentes formas y espesores, aumentando su versatilidad.
Arquitectos modernistas como Le Corbusier o Frank Lloyd Wright fueron de los primeros en apreciar todo su valor arquitectónico. El hormigón visto, una nueva piel para los edificios, fue el comienzo de la familiarización con el material como parte de un nuevo estilo de construcción.
Hoy se ha transformado en tendencia, superando su funcionalidad original para entrar en las viviendas, formando parte visual de los espacios interiores y siendo objeto de decoración. El hormigón ya está en los tabiques y los techos, incluso en el mobiliario y los objetos de cocina. Es estructura y es estética, y en ambos casos aporta sus características básicas:
- Extrema dureza. La solidez no es la única consecuencia. Por ejemplo, también sirve de pantalla al sonido. Esa propiedad es importante para la comodidad de la vivienda al convertirse en aislante. Pero atención, de la misma manera puede generar rebotes acústicos desagradables en caso de exceso de ruido dentro de una estancia.
- Porosidad. Hay que sellar bien el poro y tratarlo con algún material protector porque se mancha con facilidad. Aunque esto puede ser una ventaja si lo que se pretende es ofrecer un acabado industrial e irregular con diferentes tonos en la superficie.
- Limpieza. Se friega con agua caliente y detergente. Para la suciedad incrustada, basta un polvo limpiador suave.
- Muy buen conductor del calor. Eso lo hace aconsejable para instalarlo sobre aislamientos y en suelos con calefacción radiante.
- Ignífugo. Ningún material es tan seguro.
Las opciones decorativas son amplias dado que se puede trabajar con los acabados del hormigón. Si se prefiere una superficie lisa, se cubre con una mezcla de arena fina y cemento con la que se logra regularidad y suavidad al tacto, con un tono gris mate. En el caso de que se quiera brillante, se utilizan los acabados acrílicos o de resina epoxídica, un alisado que además aporta protección y le resta porosidad.
Tanto el cemento tratado como la resina u otros acabados especiales aceptan tintes y pinturas pero además aportan color a sus cualidades. El hormigón no tiene por qué ser frío. En cualquier caso, siempre es muy versátil. Era cuestión de tiempo que se le buscaran otras utilidades en los interiores.
Desde hace algún tiempo, mesas, sillas y taburetes, encimeras, bancadas o lámparas también se construyen con hormigón, incluso muebles para el baño, permitiendo dos ventajas con ese uso:
- 1. La multifunción de los elementos: una mesa de centro que sirve de banco, o al contrario; una papelera de taburete…
- 2. La posibilidad de poder hacer nuestro propio mobiliario de manera sencilla, práctica y barata. Ya existen cursos de manualidades con hormigón y tutoriales que puedes encontrar online.
Una alternativa reciente es combinarlo con otros materiales, como madera, plástico, resinas o silicona. Aunque la última aplicación del hormigón en interiores ha sido en utensilios de cocina: bandejas, tablas de cortar, posavasos, saleros y azucareros…
Estructuras seguras, enfoscados atractivos y elementos arquitectónicos variados, interiores con infinitas posibilidades. El tosco hormigón se ha convertido en un material exquisito. ¿Necesitas más razones para entender por qué es tan popular en la construcción y en la decoración? Pues te damos una más: es muy económico.
Imagen: Arnold Masonry and Concrete en Flickr