Polen, partículas contaminantes, malos olores… El aire de la ciudad no es el más saludable pero, aunque parezca que dentro de casa o en la oficina podemos respirar mejor, los equipos de aire acondicionado sin mantenimiento pueden producir un ambiente más viciado que el de la calle en la estancia.
Aires acondicionados: cómo funcionan
Los sistemas de refrigeración funcionan tomando aire del exterior, enfriándolo en un circuito de gases y expulsándolo hacia el exterior. Si no se filtra, las partículas en suspensión se irán acumulando en una estancia que tendremos cerrada, precisamente para aprovechar el frío y gastar lo menos posible.
Sin filtro, lo más probable es que los gérmenes y las partículas nocivas, como el carbono, nos provoquen catarros y otras infecciones en el aparato respiratorio. El polen y los ácaros, por otro lado, empeorarán las alergias.
Filtros: la solución a posibles enfermedades respiratorias
Es tan importante la potencia y el consumo del aparato como el tipo de filtro que tenga. Todos los modelos llevan uno, pero no todos limpian el aire como deberían y menos aún si no los mantenemos en buen estado.
Los cuatro tipos más habituales son estos:
- Filtro plisado
La mayoría de los aparatos utilizan este sistema. Son superficies de cartón y, sobre todo, de fibra de vidrio que se doblan en capas para que el aire pase con más facilidad. Cuantas más capas tenga, más partículas atrapará, pero a la vez eso hará que se expulse menos aire y que el filtro se ensucie con más rapidez, disminuyendo el frío y aumentando el consumo. Los filtros plisados no son una buena barrera para los gases peligrosos y acumulan humedad, lo que causa una mayor cantidad de gérmenes. Se pueden lavar pero pierden efectividad. Es mejor sustituirlos periódicamente.
- Filtro HEPA
Las siglas en inglés quieren decir Detención de Alta Eficiencia de Partículas. La descripción es precisa: atrapa el 99% de las partículas en suspensión. El 1% restante son las de menor tamaño pero, entre ellas, no están ni el polvo, ni el polen ni otros elementos peligrosos. Es más caro que el filtro plisado pero sale más rentable, no solo por sus mayores propiedades sino porque puede lavarse y reponerse con facilidad.
- Filtro de carbón activo
El carbón es el único material capaz de absorber los gases nocivos e, incluso, los malos olores. El inconveniente es que, al ser un tamiz muy fino, se obstruye con facilidad y hay que reemplazarlo a menudo. Por eso, una buena idea es instalar un filtro de carbón activo después de un filtro HEPA, de tal manera que en éste queden atrapadas las partículas más gruesas.
- Filtro electrostático o electrónico
Dentro del aparato se genera una carga eléctrica que captura las partículas nocivas, por pequeñas que sean, y las desvía hacia una placa donde quedan atrapadas, como lo hacen los aspiradores que llevan el polvo a un contenedor cerrado. Es un filtro tan efectivo como el HEPA pero más caro, con la ventaja de que no requiere mantenimiento. Basta con limpiar la placa recolectora.
Tú decides cuál te conviene más pero, en cualquier caso, es necesario mantenerlo siempre limpio. Tu salud está en juego.