La tierra murciana es generosa. Cuenta con vegas húmedas y huertas verdes en la superficie y ríos de vida en el subsuelo. Estos últimos se alimentan de aguas profundas con propiedades curativas y aplicaciones cosméticas gracias a la riqueza de sus sales minerales y a su calor natural.
Este tesoro enterrado brota con fuerza por abundantes manantiales que se concentran, sobre todo, en la comarca oriental de la región, un emplazamiento histórico del Imperio Romano atraído hasta estos parajes por el vecino Mar Menor, puerto natural para el comercio mediterráneo.
Las aguas termales fueron un regalo añadido sobre el que construyeron un asentamiento al que peregrinar buscando salud y el favor de las divinidades. Buscando Fortuna. Como se ve, esta localidad que hoy emerge entre vestigios de una enorme riqueza arqueológica tiene motivos sobrados para recibir su nombre.
Fortuna es hoy una localidad de 10.000 habitantes que, 2.000 años después, sigue aprovechando su tesoro gracias al balneario de Fortuna-Leana, uno de los más antiguos de Europa. Centro de bienestar y, al mismo tiempo, de interés turístico gracias al valor de sus yacimientos.
Los visitantes, además de disfrutar de tratamientos con lodos, baños termales y vapores medicinales, pueden imaginar la vida en esos años en los que las gentes esperaban que llegara la curación para sus dolencias desde dentro de la tierra, enviada por los dioses.
Por eso los romanos construyeron allí sus baños como santuarios espirituales. El de la Cueva Negra está ubicado en la Sierra del Baño (un nombre muy descriptivo), a solo 3 kilómetros de la localidad. En las paredes de esta cueva, salida natural de las aguas termales, los romanos escribían sus votos, sus pensamientos y su agradecimiento a las divinidades.
A 2 kilómetros, hacia la pedanía de Baños, emerge el yacimiento del santuario principal: los Baños Romanos de Fortuna, levantados sobre una gran grieta inundada por aguas sulfurosas. En este conjunto de edificios destaca el Ninfeo, de nuevo un templo sacralizado para las Ninfas, diosas menores del agua.
El pasado y la riqueza termal marcan, como no podría ser de otra manera, el presente de Fortuna. La mejor demostración de ello es que sus principales fiestas giran en torno a ese patrimonio único. Las de Kalendas Aprili tienen lugar el fin de semana posterior al Domingo de Resurrección. Toda la localidad sube en romería hasta la Cueva Negra para pasar el día y regresar al atardecer acompañados por una charanga.
Pero los principales festejos son los del 15 de agosto: las fiestas de Sodales Íbero-romanos, declaradas de Interés Turístico Regional. Ese día Roma vuelve a Murcia a través de desfiles y cenas con ambientación de la época, una gran concentración en la que 400 fortuneros celebran la entrada de los romanos en la localidad y actos lúdicos dedicados a las antiguas divinidades.
Después de todo lo dicho, hay motivos sobrados para que Fortuna siga siendo merecedora de su nombre…
Imagen destacada @Jesús Alenda, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0.