Una ciudad pequeña y manejable, con calles pensadas para el peatón antes que para el coche; que cuenta con todos los servicios de las grandes capitales pero que también ofrece el encanto de la historia y de un entorno rural de paisajes verdes y abruptos.
La descripción puede sonar casi ilusoria, pero por suerte es tan real como atractiva. Hablamos de Segovia y su entorno, destino ideal de quienes desean huir del asfalto indefinidamente y de los que prefieren disfrutar de otro estilo de vida, al menos, durante los fines de semana y las vacaciones.
Mucho se ha escrito de este tesoro urbano fundado por los romanos, a tiro de piedra de Madrid (25 minutos en AVE), pero no tanto de esas otras joyas cercanas, más discretas, que conforman la Ruta de los Pueblos Serranos, tan segovianos como la capital de la provincia, con mucho pasado en sus piedras y mucha belleza en sus campos.
Para conocerlos hay que tomar su tiempo, no tanto por las distancias (90 kilómetros separan Segovia de Ayllón, la localidad serrana más alejada) sino por lo mucho que hay ver. ¿Te apuntas? Pues fijemos como lugar de partida el Acueducto, desde donde tomar la N-603 hacia el sur.
Primera parada, El Espinar, a pie de la Sierra de Guadarrama. Localidad turística tradicional para los que gustan de la montaña, del esquí en invierno y el senderismo. Regresamos por la misma carretera para, justo antes de llegar a Segovia, desviarnos hacia la Granja de San Ildefonso, villa real que destaca por su palacio del XIX y sus jardines.
Continuamos camino hacia Sotosalbos, pasando por Torrecaballeros y Balsadilla, con preciosas iglesias románicas y una oferta gastronómica muy apetitosa basada en judiones, lechazo y cochinillo. Collado Hermoso es nuestro siguiente destino (a solo tres kilómetros de Sotosalbos), donde las ruinas del monasterio cisterciense de Santa María de la Sierra realzan la belleza del paraje natural donde reposan.
Desde allí a Riaza, famosa por su plaza monumental, por el Palacio de los Vélez de Guevara y la Iglesia de la Virgen del Manto. Los alrededores tienen además un encanto especial para los senderistas (muy cerca está el Hayedo de la Pedrosa) y para los esquiadores (la estación de La Pinilla).
El límite de esta ruta de pueblos serranos está en Ayllón, villa monumental que demuestra en sus edificios señoriales y en sus espléndidos templos la gloria de su pasado medieval. Y comenzamos el regreso hacia Segovia.
Al llegar de nuevo a Riaza, torcemos hacia el norte para conocer Sepúlveda, otra villa de señores feudales desde la que se disfruta de una panorámica inolvidable de Somosierra. En el pueblo amurallado destaca (además de sus afamados asadores) el puente romano sobre el río Duratón. Siguiendo su cauce entraremos en las grandiosas Hoces del Duratón, una garganta escavada por las aguas que sirve de hábitat a una de las mayores colonias de buitres de toda Europa.
Proseguimos hacia el sur para detenernos en Pedraza, también villa amurallada y conservada como si fuera un perfecto escenario medieval para sus exquisitas tiendas de artesanía y anticuarios.
Estamos acabando nuestra ruta. Ya solo nos espera el castillo de Turégano y la famosa chacinería de Cantimpalos antes de divisar a lo lejos el Alcázar de Segovia y su catedral.
El camino podía haber pasado también por Navafría, Riofrío de Riaza, Sauquillo de Cabezas, Juarros de Voltoya… Mucho que ver y mucho que vivir en Segovia.