“Me da mucho coraje que cuando se piensa en Marbella cualquiera se imagina solo mansiones y coches de lujo. ¡Claro que los hay! ¡Impresionantes! Pero el verdadero lujo de Marbella está en su calidad de vida. En el clima, en las playas y en que esto no deja de ser un pueblo andaluz. ¡Un pueblo andaluz! Con eso te lo digo todo…”.
Jacinto tiene 38 años, ha nacido aquí y trabaja en un hotel (superan los 200 en la zona), así que sabe de lo que habla. Y le gusta hablar. Mucho. Y por si le faltaran ganas para charlar de su pueblo (a él le gusta llamarlo de esa forma), más le anima la copita de fino con unos chopitos que se está tomando en La Niña del Pisto, una de las tabernas con más sabor del casco antiguo. La mejor manera de celebrar su día libre: una tapita en un lugar donde todos se conocen.
“¡Hombre! Ese es mi amigo Tomás. ¡Ven y te presento! Bueno, en realidad es Thomas, británico, pero lleva muchos años aquí y ya es de la familia, ¿verdad Tomás?” Tomás, o Thomas (T), pide un vermut y unas gambas, y se sienta con Jacinto (J).
J- Le estaba explicando a este amigo que acaba de llegar de Madrid lo bien que se vive en Marbella.
T- Claro, por eso nos quedamos tantos de los que venimos de fuera –el español de Tomás es perfecto, aunque el acento sigue siendo muy british–. ¿Sabías que en esta zona hoy convivimos vecinos de más de 130 nacionalidades diferentes y que la mayoría de los residentes no hemos nacido en Marbella? Pues eso, que llegas y te quedas para siempre.
J- ¿Y a ti qué es lo que más te enganchó?
T- Uf, muchas cosas, pero sobre todo la gente. Todos son entrañables, todos te ayudan. Haces amigos muy fácil. Se vive con alegría.
J- En Andalucía nos sobra la alegría. Pero Tomás, sé sincero, que a ti te gusta mucho comer, y en Marbella tienes desde los mejores restaurantes de postín hasta las mejores tabernas. Si quieres puedes empezar una procesión de tapeo aquí, en La Niña del Pisto, y seguir por el Bartolo, el Estrecho, El Callejón…
T- Sí, sí, no hay mejor sitio para tapear que en el casco antiguo, y además es un entorno precioso. La Plaza de los Naranjos, la Casa del Corregidor, la ermita del Santo Cristo… A mí me encanta pasear por estas callejas. Diría que es la Marbella auténtica.
J- Ya, ya, pero tú vives pegado a la playa…
T- Es que eso de abrir la ventana, ver el mar y que te entre toda la luz del Mediterráneo… ¡Madre mía!
J- Tenemos más de 20 playas, así que hay donde elegir. Tomás está en la de San Pedro de Alcántara, que es una de las más bonitas. Bueno, todas lo son. Que quieres más céntricas, te vas a las de Venus, La Fontilla o Puerto Banús; que prefieres una más retirada, tienes la de Artola, en plena naturaleza.
T- Y allí pegadito al mar también se come muy bien…
J- Ves Tomás como vas a lo que vas…
T- Es verdad. Yo suelo comer en la Red, que está en La Fontanilla, pero tienes toda la oferta que puedas imaginar. Paco Jiménez es el restaurante top. Aunque hay unos chiringuitos populares donde se come de maravilla, como La Garnacha.
J- Y si no, te tomas una copita en alguno de los beach clubs, que así suenan muy sofisticados, pero que no dejan de ser bares desde donde mirar el atardecer con buena música. Eso para empezar la noche. Y la noche marbellí da para mucho… Los fines de semana es un no parar, y no te digo en vacaciones. ¡El templo de la marcha y de la gente guapa! Pásate por el Nikki Beach, el Dreamer, el Funky Buddha, el Tibu… Esto está animado todo el año.
T- Bueno, yo en eso no soy tan experto. Ya he dicho que prefiero mis paseítos por el casco antiguo, mi tapita, la playa…
J- Anda Tomás, que tú tienes aún mucha marcha en el cuerpo…
T- Os invito a comer a casa. También a tu amigo de Madrid y así le enseñamos de camino lo que llaman la Milla de Oro, donde se concentran las mejores casas.
Porque Marbella es amistad, es acogida, es cultura, playa, fiesta y… ¡mucho más! Tan cerquita de todo, que no te querrás mover.
Imagen destacada @Kamyar Adl, distribuida con licencia Creative Commons By-2.0