Vivir con las Hermanas de San José de Cluny

Equipo de Redaccion

Hogares chinos, hindúes, musulmanes, católicos, budistas, evangélicos, ateos, agnósticos… Hogares en los que vivían familias de uno, dos, tres y hasta 15 personas. Solteros, casados, divorciados, compañeros de piso o “arrejuntados”. En un viaje que ya está cerca de llegar a un año, has vivido en hogares de todo tipo. Desde inteligentes casas de diseño, hasta humildes chozas de una sola habitación para todo. Un día te encontrabas en una enorme cama de una mansión con avestruces y al día siguiene dormías en el suelo de un poblado en mitad de la selva. Pero donde todavía no habías hecho noche, era entre las paredes de un convento.

En Asunción (Paraguay), las Hermanas de San José de Cluny no dudan en recibirte con los brazos abiertos: “aquí podéis aprovechar para escribir y descansar todo el tiempo que necesitéis”. Te presentan tu nueva habitación que se llama Santa Teresa y a la mascota de la casa, un loro parlanchín al que solo le gusta la compañía de las mujeres. Además te invitan a compartir con ellas desayuno, comida y cena para que pruebes la comida local, a lo que tú correspondes con tu plato estrella: la tortilla de patatas.

San José de Cluny

Convento San José de Cluny

Las primeras Hermanas de esta orden llegaron a Paraguay, desde España, hace más de 50 años. La mayoría rondaban los 18 años cuando empezaron a trabajar con los aborígenes en El Chaco, una zona prácticamente desértica conocida por lo poco que llueve y la cantidad de mosquitos que hay. Hoy, su trabajo se centra en Asunción con el objetivo de “sacar a los niños de la calle”. Empezaron ofreciéndoles un plato de comida en el comedor y rápidamente se dieron cuenta de que eso era insuficiente. “Comían y volvían a la calle a trabajar”. Así que idearon un plan B. Además del comedor social, ofrecen clases de apoyo fuera del horario escolar con la única condición de que los niños sean escolarizados.

San José de Cluny

Convento San José de Cluny

 

El día a día de las Hermanas empieza a las 4.30h de la mañana y no paran hasta las 12.30h para comer. La comida es casi como una reunión de “status” en la que las 5 hermanas del convento (dos peruanas, dos paraguayas y una española) se ponen al día de los temas que lleva cada una. Después, salen todas corriendo para seguir con sus obligaciones: arreglar el jardín, reunirse con padres y profesores, estudiar cada caso particularmente, presentar nuevos proyectos para conseguir financiación… Y no se vuelven a sentar hasta la hora de la cena.

Aparte de todas las gestiones que generan el comedor y la ayuda escolar, se encargan de las tareas del hogar que tienen perfectamente repartidas y que van rotando. Cada día una es responsable de la cocina, mientras otra prepara la mesa, otra friega los platos, otra los seca… Una organización digna de las mejores empresas a la que se suma su obsesión por optimizar al máximo todos los recursos. Aquí nada se tira, todo es aprovechable y recicable. Hasta los desechos orgánicos de la cocina los transforman en abono para el jardín.

San José de Cluny

 

Trabajan en coordinación con otras ONGs de la zona para apoyarse en los diferentes proyectos y conseguir un futuro mejor para los hijos de los cartoneros, los chicos de los semáforos, los limpia botas… Ellas mismas se denominan como “las monjas de la calle”. Y no hay más que acompañarlas a cualquier visita para ver cómo todo aquel con el que se cruzan las saluda desde lejos con una sonrisa.

Después de varios días asombrándote con el ritmo de vida que llevan te decides a preguntarle a la Hermana Esperanza: Pero Hermana… ¿ustedes nunca paran?” A lo que te responde con cara de sorpresa: “¿Parar?… Aquí mires donde mires siempre encuentras mucho que hacer.”

San José de Cluny

Convento San José de Cluny

Una semana más tarde te despides de las 5 hermanas. Sales de allí con el kit de supervivencia que te dan para emprender el camino: una bandeja de empanadas, un rosario, la estampa de su fundadora, un antimosquitos, un llavero de Paraguay, muchas bendiciones y las pilas cargadas de una enorme energía positiva.

Las Hermanas de San José de Cluny, no lo saben, pero una semana con ellas sí que supuso un enorme retiro espiritual. Querían escuchar las aventuras que podías contarle de tus viajes pero, eran ellas las que tenían mucho más que contar.

En un mundo en el que la mayoría “piensa como vive” resulta muy inspirador encontrar personas que como las Hermanas de San José de Cluny, “viven como realmente piensan”.

Etiquetas