Los mercados de abastos, lugar de encuentro vecinal y centros de dinamización económica, han cambiado su aspecto y su forma de llegar a los ciudadanos. Estos lugares históricos que llevan abasteciendo a los vecinos de las grandes ciudades desde finales del siglo XIX, se adaptan a los nuevos tiempos haciéndose un hueco dentro de la ‘cultura gourmet’ y convirtiéndose en lugares de referencia para deleitar el paladar de los consumidores.
Antes eran lugares de obligada visita a la hora de hacer la compra pero, con la llega de los grandes supermercados, han tenido que renovar su oferta y la forma de ofrecerse al público. «Sólo quedan tres pescaderías y unos pocos puestos de frutería. Pero es lógico, ya somos pocas las que venimos por aquí”, afirma una vecina del madrileño barrio de Hortaleza que ve normal el cambio comentado.
Su supervivencia sólo podía pasar por una transformación radical de la oferta, por idear nuevos usos y propuestas. Ese proceso ha hecho que muchos de los viejos mercados hoy se hayan convertido en templos gastronómicos reformados a partir de una fórmula de éxito que combina exclusividad, calidad, ecología y ocio.
La capital es el mayor campo de pruebas de esta innovadora actividad comercial que se está adaptando a una ‘cultura gourmet’ muy atractiva tanto para la clientela local más exigente como para el visitante más curioso. Productos escogidos, tiendas delicatessen, tapas de autor, cocina internacional, bodegas selectas…
Cinco mercados de Madrid, ejemplo de rentabilidad y exclusividad:
- Mercado de San Miguel. Se abrió en 1916 para reunir en un lugar cubierto a la mayoría de los comerciantes que esparcían sus puestos callejeros por los alrededores de la Plaza Mayor. Conserva su estructura de hierro y su techado modernista que le hace ser considerado como Bien de Interés Cultural. La renovación arquitectónica se limitó a una reordenación interior que sustituyó las antiguas tiendas minoristas por espacios chic inspirados en el clasicismo del viejo Madrid. Ostras, quesos, jamones, vinos y vermuts, bares, sushi y encurtidos… Cada fin de semana lo abarrota una clientela ávida de dar gusto al paladar.
- Mercado de San Antón. Desde 1945 fue el corazón del barrio de Chueca. La completa reforma finalizada hace un par de años ha logrado que lo vuelva a ser. Sólo unos pocos puestos de alimentos han sobrevivido ofreciendo productos frescos y de calidad extra; se ubican, sobre todo, en el segundo de los tres pisos del edificio. Debajo, un supermercado; encima, una amplísima oferta de restauración en la que encontrar desde croquetas caseras hasta comida preparada. En la terraza superior se puede disfrutar de los tejados y del cielo de Madrid con sabor a buen vino.
- Mercado de San Fernando. Ubicado en pleno Lavapiés, junto al Rastro. Se trata de una iniciativa vecinal que logró recuperar un espacio abierto en 1940 que hace muy poco tiempo agonizaba. Lo ha hecho sin grandes reformas arquitectónicas y, sobre todo, sin perder sus señas de identidad: sigue siendo un mercado de barrio, con puestos tradicionales en su estética, pero con un espíritu renovador que da protagonismo a los productos ecológicos (incluida la cerveza), y de producción local (vinos, aceites, pan, leche…). Un viaje al pueblo y a la tierra sin dejar el centro de la ciudad.
- Mercado de Chamartín. Una galería comercial sin mucho atractivo e inaugurada en 1962 es actualmente una de las referencias gourmet de la capital. En su momento fue un experimento que sólo pretendía elevar la calidad de la oferta (y los precios) para atraer a los vecinos del barrio del mismo nombre, uno de los de mayor renta de Madrid. Hoy es un mercado especializado en delicatessen donde la carne adquiere su más exquisito sentido.
- Mercado de La Isabela. Ese nombre cañí encierra en realidad el concepto más renovado de plaza de abastos. De hecho, es una construcción reciente (31 millones de euros de inversión y 3.000 metros cuadrados de superficie en cuatro plantas) levantada junto al estadio Bernabéu donde la calidad extra, los platos chef y los productos internacionales, exquisitos o minoritarios, comparten espacio con una coctelería, un cine y una sala de eventos.
A estos cinco ejemplos castizos podrían unirse otras propuestas innovadoras como la del mercado de Antón Martín o el de Fuencarral. Y todo apunta que para 2015 quedará reformado el mercado de La Cebada, el más antiguo de la capital, inaugurado en 1875. Este proyecto urbanístico, ideado por los arquitectos Carlos Rubio Carvajal y Enrique Álvarez-Sala rehabilitará por completo el edificio para acoger una oferta similar a la del mercado de San Miguel. Además, incluirá un parque mirador en una cubierta ajardinada de 4.860 metros cuadrados. Otro viejo mercado recuperado para humanizar la almendra central de la ciudad.
Foto @jlastras, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0