Las ciudades japonesas son las mejor preparadas para soportar fuertes seísmos. Cada nueva construcción debe cumplir con una rigurosa normativa sobre estructuras flexibles que admitan cierto grado de deformación, que puedan vibrar e incluso desplazarse ligeramente. De esa forma pueden resistir terremotos de hasta 9 grados en la escala Richter.
Japón ha sido el primer país en desarrollar planes a gran escala sobre urbanismo resiliente, es decir, capaz de afrontar las catástrofes naturales, lo que está sirviendo de modelo para otros países con diferentes amenazas.
Según un estudio de las Naciones Unidas, “el 80% de las ciudades más grandes del mundo es vulnerable a los terremotos, el 60% corre el riesgo de marejadas o tsunamis y todas enfrentan los nuevos impactos causados por el cambio climático”.
Ante esta situación, en 2002 se creó el programa internacional ONU-Habitat, que promueve iniciativas gubernamentales y sociales para generar entornos urbanos más seguros. Los expertos que trabajan en estos planes señalan las actuaciones indispensables que debe acometer una ciudad resiliente:
- Protección de los ecosistemas (vegetación) y barreras naturales (barrancos, desagües rocosos) frente a inundaciones y corrimientos de tierra. Si el urbanismo descontrolado los elimina, la naturaleza se encargará de recordarnos por qué eran necesarios.
- Recuperación y limpieza de los cauces de los ríos para que puedan asumir las crecidas.
- Mantener los suelos permeables para que absorban las lluvias torrenciales y, por la misma razón, eliminar en lo posible los terrenos asfaltados.
- En zonas sísmicas y con riesgo habitual de tsunamis y huracanes, los edificios y las infraestructuras tienen que cumplir unas condiciones de solidez y flexibilidad para soportar los impactos.
- Contar con una red de vías urbanas amplias y transporte eficiente para llevar a cabo evacuaciones masivas y facilitar la llegada de ayuda a las zonas más afectadas por la catástrofe.
- Crear sistemas de seguridad y de alerta temprana para activar con tiempo los planes de contingencia.
- Diseñar programas para abastecer de atención sanitaria, comida y agua a la población.
La Fundación Rockefeller ha elaborado una plataforma en la que se registran los progresos de las ciudades que trabajan para ser resilientes. Hasta ahora 67 localidades de todo el mundo forman parte de ese todavía reducido club.
Entre ellas solo hay una española, Barcelona, ya que es la única que cuenta con un departamento de resiliencia urbana, donde se desarrollan proyectos para mejorar las infraestructuras y los servicios en prevención de los efectos del calentamiento global.