Todas las previsiones apuntan a que el hogar será el centro de la próxima gran revolución tecnológica y, como era de esperar, ninguno de los gigantes del sector quiere renunciar a su parte de un pastel que se prevé grande y jugoso. Los desarrollos actuales en materia de domótica, smart homes y el internet de las cosas son sólo la punta del iceberg: el asalto a los hogares es una carrera de fondo que acaba de empezar y, por tanto, asegurarse una buena posición en este momento es decisivo.
Apple, Google y Amazon se encuentran en plena batalla por posicionar sus asistentes virtuales para el hogar como los más inteligentes, versátiles y útiles. Los primeros presentaron Home Kit en 2014, la plataforma pensada para controlar las viviendas desde el iPhone con la ayuda de Siri. Pero no ha sido hasta ahora, con la integración en la última actualización del sistema operativo iOS, cuando la compañía ha empezado a apostar en serio por ella.
Google, por su parte, está a punto de poner a disposición del gran público el dispositivo Google Home, una especie de altavoz que se coloca en casa y que actúa como centro de control (gracias al ayudante virtual Google Assistant) y con el que se puede conversar. Más o menos lo mismo que hasta el momento ofrecía en exclusiva Amazon con el dispositivo Echo y su asistente Alexa.
Asistentes virtuales que aprenden superpoderes
Actualmente, aunque cada uno tiene sus puntos fuertes, los tres asistentes virtuales que operan en el hogar permiten, en lo sustancial, realizar tareas parecidas: controlar la temperatura y la humedad de la vivienda, encender y apagar las luces, subir y bajar las persianas, encender la cafetera, reproducir música o preguntar por la información meteorológica son algunas de ellas. Pero el potencial que pueden alcanzar es impredecible ya que lo lejos que puedan llegar Siri, Alexa o Google Assistant depende de lo que puedan llegar a aprender.
¿Y de qué dependen los nuevos conocimientos que puedan adquirir? Pues de la tecnología que se desarrolle pensando en ellos. Es por ello que las tres empresas se afanan en buscar alianzas y firmar acuerdos con grandes marcas y desarrolladores para que cada vez haya más dispositivos compatibles con sus asistentes.
En este punto, Amazon ha sido particularmente generoso ya que, con la finalidad de potenciar la usabilidad de Alexa en el entorno doméstico, la compañía no solo está buscando aliados entre los principales distribuidores de domótica para que incorporen a Alexa como su asistente virtual, sino que ha abierto su asistente de voz para que cualquier desarrollador, profesional o amateur, cree funciones adicionales para el dispositivo sin necesidad de pasar antes por la mesa de negociación. Toda la información necesaria está al alcance de cualquier interesado en su página web.
Y no sólo hay terceras personas trabajando en que Alexa sea cada vez más lista, sino que según una entrevista que el vicepresidente de la compañía David Limp ha concedido a Fortune, un millar de personas dentro de Amazon se afanan en que Alexa progrese en sus habilidades. Este esfuerzo ha permitido que, por ejemplo, ya haya aprendido durante su primer año de vida a pedir pizza, ordenar flores, llamar a un Uber o reservar vuelos. Como ya hemos dicho, ver hasta dónde puede llegar es cuestión de tiempo.
¿Un espía en el salón?
La expansión de los asistentes virtuales para el hogar, sin embargo, podría verse frenada por una preocupación creciente: la renuncia a la privacidad. Y es que si optamos por tener un aparato dispuesto a responder a nuestras órdenes y requerimientos, esto significa que el dispositivo en cuestión nos está escuchando todo el rato, aunque sea de forma pasiva. Además, los grandes gigantes conocerán nuestro lugar de residencia y recopilarán información nuestros movimientos y los de nuestra familia para conocernos mejor. ¿Estaremos dispuestos a pagar este precio?