Cada país tiene su propia esencia, su propio carnet de identidad y España posee uno muy característico.
En nuestra península, el arte de construir se ha llevado a su última expresión. Varios son las edificaciones que representan la huella dactilar de la arquitectura popular española. Estas viviendas típicas españolas, actualmente, son, en su mayoría, alojamientos rurales, así como diversos tipos de edificaciones auxiliares destinadas a fines relacionados, algunos con la vida y otros con el trabajo.
Cualquiera que viaje a través de tierras españolas, de riqueza arquitectónica indiscutible, sentirá una inmensa emoción estética. Nadie se quedará impasible ante los molinos de viento de “don Quijote” en La Mancha, las casas colgadas de la ciudad encantada en Cuenca o ante la belleza y el aroma de los floridos cármenes en Granada, entre otros ejemplos.
LOS MOLINOS DE VIENTO
¿Por qué la batalla contra unos molinos de viento, imagen inventada y recreada por la genialidad de la pluma de Cervantes, es la más recordada de todas las aventuras que aparecen en la obra, “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha? Probablemente, la originalidad arquitectónica de los molinos de viento, junto a la fascinante creación literaria del autor, hicieron del lugar de La Mancha un referente ineludible de la estética popular española.
Estas construcciones del siglo XVI, cuyo funcionamiento dejó de ser efectivo con la utilización de la electricidad, utilizaban la energía del viento para moler el trigo y obtener la harina. Las tierras manchegas deben a estas construcciones, la mayor parte del atractivo de su paisaje, ya que se instalaron de forma masiva en numerosos enclaves donde la altura y el viento eran favorables. La Mancha se ha considerado, incluso, en imagen de España en el mundo.
Estas edificaciones populares te hacen viajar por su historia y sus tradiciones. La conocida Ruta de los Molinos, es muy amplia, pero quizás, las localidades que más cantidad tienen y en mejor estado de conservación, son: Consuegra (Toledo), dónde se ubican doce molinos, el Campo de Criptana, con diez (la mayoría son museos) y por último, Mota del Cuervo (Cuenca), dónde hay siete. En esta localidad conocida como “El balcón de la Mancha”, destacan: El Gigante, molino que conserva su maquinaria original e incluso todavía realiza, de forma turística, la tradicional molida del trigo y El Zurdo, único molino cuyas aspas giran hacia la izquierda.
CASAS COLGADAS
Adentrándose más en la meseta llegamos a la tierra de las Casas Colgadas de Cuenca, también conocidas como Casas Voladas o Casas del Rey, se denominan así porque gran parte de ellas tienen, los balcones, en voladizo, es decir, sin material sólido bajo ellas, aunque están fijadas a la pared de abajo, hacia adentro, por fuertes soportes en diagonal para no derrumbarse. Las más conocidas son tres que poseen balcones de madera. Estas edificaciones, que tienen un aprovechamiento extremo del espacio en adaptación a emplazamientos difíciles junto con la utilización de materiales autóctonos (la madera abundante en la Serranía) hacen que sean representativas de la arquitectura popular, tanto rural como, en este caso, urbana.
Pero no sólo nos podemos encontrar con estas peculiares viviendas en Cuenca. En España, otras localidades como, Albarracín, Cantavieja, Frías, Gerona y Ronda, por ejemplo, también disfrutan de la genialidad de estas construcciones en algunas de sus calles. En parte de estas edificaciones no son los balcones los que quedan sobre el vacío sino parte del interior de los hogares, junto a las ventanas.
LAS PALLOZAS
Si comenzamos a viajar hacia el norte, subiendo la alta montaña, en la espectacular sierra de los Ancares, frontera natural de Galicia y Castilla y León, nos encontramos con una construcción de cuento. Como si del mismísimo poblado galo de Astérix y Obélix se tratara, se encuentran las pallozas, míticas viviendas prerromanas atribuidas a los celtas: hogares de piedra techados por capuchones de paja. Estas entrañables construcciones crean una de las estampas más bellas y ancestrales, me atrevo a decir, del mundo. Parecen setas de paja semienterradas brotando del suelo. Edificaciones que están de moda porque estudios recientes han concluido que estas míticas viviendas son un modelo de rendimiento energético, de eficiencia energética rural, con menor demanda térmica que las viviendas rurales construidas hoy, dos mil años después. Quizás por ello, seguían habitadas hasta los años 70. Hace 30 años aproximadamente, la palloza como vivienda rudimentaria y primitiva, cobijaba a los animales y a sus dueños, sin apenas divisiones internas. Actualmente, algunas se usan tan sólo como refugios y restaurantes de montaña. Asturias, León y Lugo disfrutan de estas edificaciones de cuento.
LA QUINTANA ASTURIANA. EL HÓRREO
Sin cambiar de rumbo nos encontramos con los prados y montañas verdes de Asturias. Los amplios y extensos montes están repletos de viviendas construidas en piedra, con un hórreo o panera para almacenar los alimentos. Aunque con alguna diferencia externa, la finalidad general y principal de esta edificación del norte de España, es la de preservar a los productos agrarios de las inclemencias del tiempo y de la acción destructora de algunos animales. Por este motivo, tienen una sólida cubierta y un reforzado aislamiento del suelo. La escalera que une la planta baja con el granero recibe el nombre de patín.
En el caso del hórreo asturiano, si su planta es rectangular, en vez de cuadrada, recibe el nombre de panera.
La construcción general consiste en cuatro pilares tallados, que van en disminución desde el suelo, sobre los cuales se levanta un cuerpo de madera, cerrado, pero con galería. En la panera —por ser alargada— los pilares suelen ser, por lo menos seis. En el hórreo, el vértice de la pirámide aparece rematado por un pibote de piedra. En las paneras, los pibotes son dos, uno en cada punto donde se juntan las limas de la techumbre. Por su amplio tamaño puede ser utilizada por más de una familia labradora.
EL CASERÍO
Sin movernos del norte, pero dirigiéndonos más hacia el este, también podemos amenizar nuestro viaje disfrutando del encanto de los caseríos. Son edificaciones típicas de la zona situada entre el Pirineo y la Cornisa Cantábrica (País Vasco, Cantabria y Navarra). Esta forma de casa se construyó en bloque, muy probablemente, porque la población estaba dispersa en una amplia zona montañosa. Cabe destacar su distribución característica. La vivienda, los almacenes y los espacios del ganado suelen estar en distintos niveles pero dentro de la misma construcción.
Tradicionalmente, el caserío estaba rodeado de los terrenos agrícolas que suplían prácticamente todas las necesidades de la familia, proveyendo de alimentos y ropas a sus residentes.
Como dato curioso, cabe destacar que a diferencia de en el resto de España, los templos religiosos, si estaban cerca de algún caserío, solían ser propiedad del dueño del éste y no de la Iglesia. También curioso, resulta el dato de que los caseríos eran regentados por mujeres y no por hombres. La vida que se creaba a su alrededor era un modelo de matriarcado, dónde la mujer, entre otras capacidades, decidía sobre las cosechas de sus campos de cultivo. Por lo tanto, El “pantalón en casa”, como se suele decir, lo llevaban ellas.
LAS MASÍAS
Continuando con el viaje más hacia el este-sur es muy frecuente encontrarnos con otro tipo de construcción rural, característica de la arquitectura popular española: la masía. Concretamente en la zona de Aragón, Cataluña y Castellón podemos disfrutar de la majestuosidad de esta edificación. La masía es normalmente de piedra, aunque los elementos utilizados en su construcción han ido variando con el paso del tiempo; además, la ubicación de éstas ha condicionado también el tipo de material elegido. Las masías de la zona castellonense suelen ser de adobe, porque la piedra era un bien escaso por aquel lugar. Tiene sus orígenes en las antiguas villas romanas y se trata de construcciones aisladas, ligadas siempre a una explotación agraria y ganadera de tipo familiar.
Actualmente, el turismo rural es uno de los negocios que mantienen estas antiguas viviendas. Algunas masías tienen otros fines de carácter gastronómico, cultural e incluso deportivo como la Masía de Can Plan, antiguo centro de formación del FC Barcelona.
LAS BARRACAS
Siguiendo por la misma zona y viajando por la costa este de España, llegamos a tierras valencianas. Allí, junto con el plato de paella y la horchata, la barraca forma parte de la cultura valenciana. Para la construcción de las barracas se utilizaron materiales fácilmente accesibles en la zona; tales como el barro, las cañas, los juncos o los carrizos. Por ello las paredes son construidas con ladrillos de adobe y la cubierta se realizaba con cañizo y paja.
Si dejamos volar nuestra memoria podemos revivir escenas de la mítica novela de Vicente Blasco Ibáñez, ¨”La Barraca”, convertida también, en serie de televisión. Podremos recordar las aventuras de Batiste, acompañado de su mujer Teresa y de sus hijos Roseta, Batistet Ramón, Eustaquio y el pequeño Pasqualet, que se instalaron en una barraca con intención de sacar adelante el trabajo por pura necesidad de subsistencia. Los lugareños de la Albufera de Valencia vivían en estas construcciones ligeras, incluso precarias, que no te dejan impasible cuando las visitas.
CÁRMENES
Para poner la guinda a nuestro viaje por la característica arquitectura popular española, llegamos al sur de la península, dónde no podemos dejar de visitar los cármenes de Granada. Estos lugares frondosos de vegetación, constituyen los pulmones de la ciudad al pie de Sierra Nevada. Fueron, inicialmente, de carácter rústico y siempre dedicadas al cultivo de la vid y el recreo. Con la sublevación de los moriscos en el siglo XVII, se convirtieron en un lugar urbano típico de la ciudad granadina. El Carmen es un espacio verde anexo a la vivienda. Es jardín y una huerta a la vez, que constituye una extensión del hogar, propia de los barrios asentados en la colina de la ciudad: Albaicín y Realejo. Sus terrenos suelen estar colocados en forma escalonada. Crean un paisaje en zigzag desde la colina a la falda de la montaña; sí, sí, parece que en cualquier momento te vas a encontrar con un poblado de hadas. Algunos de los cármenes más populares de Granada son el Campo de los Mártires y el Aljibe del Rey. Ambos espectaculares, junto a otros de indiscutible belleza, también, convertirán su visita en un paseo, más que agradable e inolvidable para vista y olfato. La belleza estética y el aroma de las azucenas, de las rosas, los jazmines y los claveles forman una conjunción mística difícil de olvidar. Totalmente recomendable!