Consejos para conservar el vino en su casa

Raúl Alonso

Descorchar una botella de buen vino es el mejor preludio para una prometedora comida en el hogar. España cuenta con una tradición milenaria en la elaboración de esta bebida, pero en los últimos años su popularidad no deja de crecer. Bajo la consigna de mejor calidad que cantidad, son muchos los españoles que encuentran en el rito de compartir una buena botella la mejor expresión de amistad y celebración.

A medida que palabras como abocado, afrutado o balsámico se popularizan para calificar un vino, o mostramos preferencias sobre la uva Pinot Noir, Syrah o Tempranillo, la cultura del vino va formando parte del acervo popular. Y ¡cómo no!, crece el número de ciudadanos que atesora en su hogar una pequeña bodega con la que presumir con los amigos.

Lo cierto es que el vino cada vez se consume más en casa, de las 76 ocasiones en las que cada español mayor de edad de media degusta un vino, 66 lo hace en un domicilio y en el 98% para acompañar una comida. Un dato del estudio El consumo de vino en España dentro y fuera del hogar, de Kantar Wordlpanel, gracias al que también podemos saber que el precio medio por una botella de uso doméstico es de 4,6 euros, y que pagamos hasta tres veces más cuando se etiqueta bajo una de las denominaciones de origen.

Los españoles han sacado gusto a experimentar con el vino, un producto sofisticado que puede alcanzar precios sorprendentes en mano de viticultores de prestigio. Un buen aficionado puede desembolsar por una añada de 2012 de un Pingus más de 900 euros, precio que puede superar alguna de las especialidades de L’Ermita. Sin llegar a degustar las exquisitas propuestas de estas bodegas de referencia, lo cierto es que muchos amantes del vino invierten abultadas sumas para atesorar una selectiva bodega.

Estas creaciones merecen el mayor de los mimos para que durante el proceso de conservación mantengan su alta calidad. La mejor solución es adquirir un mueble vinoteca, si bien esta opción no es siempre operativa en todas las viviendas, por lo que es importante conocer algunos datos para favorecer su buena conservación.

 

Conservación: ¿de pie o tumbadas?

Como defiende la creencia más popular, la posición correcta es la horizontal, de modo que el líquido entre en contacto con el corcho impidiendo que se seque, lo que podría permitir la entrada de aire en la botella.  En todos los casos es importante que no se muevan de posición de forma brusca muy a menudo o que se ubiquen en un mueble que vibre. Para evitar moverlas cada vez que se vaya a seleccionar una del mueble donde se almacenan, se recomienda etiquetarlas desde el cuello de la propia botella, así podrán buscarse con mayor comodidad y sin agitarlas.

Tiempo de conservación: ante la duda, pregunta

Donde no acierta la creencia más popular es en que todos los vinos mejoran con el paso del tiempo. Su edad, añada, tipo de uva y crianza son algunos de los factores que determinan su adecuada longevidad, por lo que cuando se adquieren conviene informarse a este respecto. Como norma general se puede utilizar: para los vinos jóvenes, un consumo en los doce meses siguientes a su embotellado; las crianzas pueden mejorar durante cinco años, poniendo en peligro sus propiedades si se demora su descorche; en el caso de reservas y grandes reservas, pueden enriquecerse sus matices de cata hasta en unos 15 años aproximadamente. Estos tiempos deben servir de orientación general, ya que su evolución va a depender de las cualidades del vino y de las condiciones de conservación.

La temperatura: nunca en la cocina

Del vino se dice que es materia viva, de ahí la importancia de mantenerlo en un ambiente con la temperatura adecuada. Los expertos hablan de 12 a 16 grados como temperatura ideal para la mayoría de las especialidades, poniéndose en peligro sus propiedades cuando superan los 20 grados. Con todo, es aún más importante que esta temperatura sea constante, difícil con las calefacciones en funcionamiento o almacenado en la cocina, estancia que puede subir varios grados cuando están en funcionamiento horno y fogones. Lo más prudente es recurrir a un trastero o despensa u optar por un dormitorio desocupado. En el caso de improvisar una bodega en la cochera, debe buscarse una ubicación que mantenga las botellas aisladas de las emisiones de vehículos.

Humedad: de 70% al 80%   

La humedad es otro de los factores que hay que controlar, ya que se puede secar o reblandecer el corcho, limitando su función protectora. En este caso se recomienda una humedad de entre el 70% y 80%. Para medirla es recomendable poner un higrómetro junto a las botellas, que permita encender un humificador o deshumificador según las circunstancias. En el caso de que el problema sea la sequedad del ambiente, se puede tirar de remedios caseros como colocar un recipiente con agua para que su evaporización mejore la conservación.

Oscuridad y ventilación para mejorar el resultado

Son otras dos de las condiciones indispensables para mantener en condiciones óptimas la bodega. La luz sobre las botellas provoca determinadas reacciones químicas, como la temida oxidación, que merma su calidad afectando a su sabor y color. Hay que tener en cuenta que muchos tintos se embotellan en cristal oscuro, lo que no ocurre con blancos y vinos, ya que al bodeguero le gusta mostrar su tonalidad en vidrio transparente como estrategia de marketing. En estos casos hay que tener en cuenta que los nocivos efectos de la exposición a la luz son más rápidos. Como precaución extra, conviene que la lámpara que ilumine la estancia donde se almacenan sea de poca potencia, y nunca fluorescente o halógena.

 

Por último, también es recomendable que haya una buena ventilación, que evitará acumulación de olores, teniendo en cuenta que esta condición es más importante a medida que se almacena un mayor número de botellas.

 

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