Con las elecciones generales, municipales y europeas en el horizonte, la problemática de la despoblación rural ha conseguido colarse en la agenda pública y en el debate político desde finales de 2018, aunque no sea nueva. El término que popularizó Sergio del Molino en su ensayo La España Vacía (2016), ha evolucionado hasta hablar de “La España Vaciada” para hablar de los territorios rurales que ven descender y envejecer su población, hasta llegar a desaparecer o estar muy cerca de hacerlo.
Los retos la España vacía o vaciada
Tanto es así que el gobierno aprobó en marzo las directrices generales de la que será una Estrategia Nacional frente al reto Demográfico, elevando el reto de la despoblación (y la repoblación) a asunto de estado. Dicho plan marca unos objetivos trasversales (garantizar la plena conectividad y los servicios básicos o poner en valor la reputación de los territorios en riesgo demográfico, entre otros), así como distintas líneas de acción encaminadas a afrontar la despoblación y promover la repoblación, que se concretan en puntos como el desarrollo del emprendimiento en todo el territorio, la atención a la dependencia, la garantía del relevo intergeneracional o la canalización de una migración ordenada y repartida por todo el territorio.
Mientras las líneas de acción estatales se concretan en medidas concretas (algunas, como el establecimiento de una tarifa plana para autónomos de 50 euros durante 25 horas para emprendedores de zonas rurales ya son una realidad, otras están sobre la mesa, como la incentivación del teletrabajo), las administraciones autonómicas y locales no se quedan de brazos cruzados. Las primeras, generalmente, ofreciendo ayudas a los ayuntamientos, incentivos al emprendimiento y rebajas impositivas. Las segundas, con medidas tan directamente encaminadas a la repoblación como ofrecer vivienda, trabajo o incluso incentivos económicos a quienes esté dispuestos a mudarse y empadronarse en su municipio.
Trabajo, casa y otros incentivos para volver al pueblo
Algunos de estos incentivos consiguen la suficiente repercusión mediática para llegar a oídos de los interesados aunque, dada la proliferación de éstos, han surgido iniciativas como Volver al Pueblo, una plataforma online que opera como banco de casas, tierras y negocios o la página web Yorepueblo, que recoge y centralizan a modo de buscador este tipo de ayudas a la repoblación, ofreciendo filtros para acomodar la oferta a los gustos del usuario tales como entorno (playa, montaña, lagos o ríos), servicios (colegio, instituto, centro médico), conectividad (cobertura móvil, internet) y, quizás lo más relevante, las facilidades que ofrece el pueblo de destino: trabajo, vivienda o ayuda al emprendimiento.
Algunos ejemplos exitosos han sido el caso de Portell (Castellón), que ha conseguido a traer a suficientes familias para no verse obligado a su escuela ofreciendo puestos de trabajo y viviendas con un alquiler de 50 euros a familias dispuestas a empezar una nueva vida o el leonés municipio de Arganza, que ha visto su población aumentar en un 20% gracias a la iniciativa de ofrecer vivienda gratuita a familias con hijos, por citar dos ejemplos.
Así las cosas, con una tasa de paro cercana al 15% y los niveles de estrés laboral de la ciudad (el síndrome del trabajador quemado se reconoce como enfermedad) no es mal momento para replantearse los beneficios de vivir en el campo una existencia sencilla, cómoda, tranquila y saludable.