Hay ciudades que, aún estando a miles de kilómetros de distancia y con todas las características que las diferencian a primera vista, tienen más en común entre sí de lo que podrías imaginar. Por momentos y, a falta de taxis amarillos, puedes tener la duda de si estás en Singapur o en Nueva York. Lo cierto es que en una estás mirando todo el tiempo hacia arriba y, la otra, es más de mirar a los lados.
Evidentemente, hay iconos que las hacen diferentes. Edificios singulares como el Empire State, la Zona Cero o el Rockefeller Center de Nueva York frente a los que Singapur contraataca con la famosa piscina infinita del Marina Bay Sands (un hotel que parece un barco surcando los cielos), el Republic Plaza o el United Overseas Bank (ninguno de ellos supera los 280 metros reglamentarios permitidos por el gobierno de Singapur).
Si observas una fotografía de alguna de estas ciudades “a ras de paso de cebra” en hora punta, te empiezan a invadir las dudas. Singapur y Nueva York. Dos ciudades repletas de personas de todos los lugares del mundo que se mueven a gran velocidad. Tribus urbanas de cualquier tipo que se cruzan con ejecutivos hablando por el manos libres de su móvil. Estudiantes que se desplazan en bicicleta sorteando grandes coches. Runners que atraviesan parques y calles a ritmo de mp3 y que se pierden entre filas de personas que esperan su turno delante de un puesto callejero de comida para comprar su desayuno.
Singapur y Nueva York son de esas ciudades eminentemente internacionales en las que se encuentran dos de los más potentes centros financieros de la actualidad. Ciudades con una gran vida nocturna. Con sabor. Ciudades en las que puedes degustar cocinas de todas partes del mundo. En las que existen barrios organizados por etnias, más allá de los omnipresentes barrios chinos… Lugares a los que, cantantes como Frank Sinatra o Tom Waits, les han dedicado canciones.
Dos ciudades-isla salpicadas de parques y plazas para sentarse a comer “algo rápido”, con calles plagadas de bares after work, grafitis de buen gusto, tiendas de diseño, vintage y de antigüedades… Urbes con un centro de ordenado caos, pero con encanto y unas afueras para perderse.
Nueva York y Singapur marcan tendencia en oriente y en occidente. Dueñas de su propio destino y genios de la lámpara que se pueden permitir conceder deseos a aquellos que llegan de fuera en busca de un futuro mejor. Dos hermanas en cuanto a forma de vida, dos parientes cercanas que cuando conoces por separado piensas que “se dan un aire”.
Pero sin duda, aunque haya alguna esquina similar que otra, algún restaurante o algún “personaje” hablando solo por la calle… en lo que más se parecen, es en que siempre, siempre, querrás volver. No importa el número de veces que hayas ido. Singapur y Nueva York, te esperan… con todo abierto.