El Mediterráneo, ese mar al que Serrat le dedicó una canción que bien podría valer para cada uno de los que deciden establecer su vida cerca de sus aguas. De norte a sur, cada año gana adeptos y se adapta a los gustos de todos. ¿Eres de los que busca un clima templado y cerca del mar para escaparte los fines de semana? Oliva es tu lugar. Entre Valencia y Alicante, esta tranquila localidad es ideal para hacerte con tu segunda vivienda. A sólo diez minutos de Gandía y a poco más de media hora de Valencia, la oferta de planes es inigualable para disfrutar de unas vacaciones bien merecidas.
¿Cómo es Oliva?
Oliva es playa, brisa marina, surf y tranquilidad. Oliva es historia, naturaleza, gastronomía y paz. Más de 10 kilómetros de arena, bañada por el Mediterráneo, hacen de esta población el lugar ideal para todo aquel que sueñe con disfrutar del mar, en todas sus caras y facetas. Porque Oliva es también calma, serenidad y relax.
Además cuenta con interminables horizontes de arena, coronados por dunas, en las que disfrutar del Mediterráneo los 365 días del año. Terranova, Pau Pi, Aigua Blanca, Aigua Morta o la casi virgen, afortunadamente, playa de Rabdells… En cualquiera de sus playas podemos disfrutar al máximo de la esencia del Mediterráneo.
Pero, aparte de sus playas de arena fina, Oliva es también tradición. Pasear por su casco viejo es encontrarnos mientras nos dejamos perder por sus calles empedradas, con edificios de incalculable valor histórico como la iglesia de Sant Roc y Santa María la Mayor; o el Palacio renacentista de los Señores de Centelles i Riu Sech; o la Casa dels Mayans, donde vivió durante casi toda su vida el valenciano D. Gregorio Mayans y Siscar. Este erudito, jurista, historiador, lingüista y polígrafo levantino fue, junto a Benito Feijoo, el mayor representante de la primera Ilustración española. Entre otras cosas, defendió la reforma de los estudios jurídicos, intentando disminuir la preponderancia del derecho romano y aumentar la atención sobre el derecho autóctono español.
Oliva antigua e histórica
Un casco antiguo de la floreciente época medieval repleto de iglesias, casas señoriales y museos desde los que, en nuestro paseo, subir al antiguo barrio morisco, un entresijo de empinadas callejuelas, herencia de antiguos moradores y que nos transporta a los años de convivencia y cultura árabe.
Un magnífico viaje hacia atrás en la historia, en la que en Oliva podemos incluso contemplar los restos de lo que, hace apenas unas semanas, un equipo liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) reconoció como el cementerio más antiguo de España: la necrópolis de El Collado, la más antigua de la Península Ibérica, comprendida entre los 9.500 y 8.500 años.
Naturaleza en el plato
Variada, tradicional y típicamente mediterránea. La gastronomía es otro de los encantos de Oliva, repleta de productos de primera calidad que ofrecen sus huertas y arrozales.
Para empezar, el arroz a degustar en cualquiera de sus variedades. Arroz a banda, arroz negro, arroz en “costra”, arroz caldoso o arroz con verduras, acompañan en Oliva a la famosa paella valenciana.
Pero además encontramos platos autóctonos que nos sorprenderán: les Coques a la Calfó, una pasta fina elaborada con harina de trigo y maíz que se puede acompañar con diferentes productos; los Figatells, una mezcla de carne de cerdo con especias amasada y elaborada artesanalmente; y les pebreres farcides, el plato preferido de los olivenses, unos pimientos rellenos de arroz y atún que, en sí mismos, aúnan lo mejor del mar y la huerta de este enclave privilegiado.
“Es una auténtica mezcla de sabores… Yo ya he aprendido a hacer prácticamente todos los platos típicos de la zona y cada vez que nos sentamos alrededor de la mesa, es un auténtico homenaje el que le damos a esta tierra”, explica Eva Magallón, una aragonesa que, tras más de 20 años pasando sus veranos en Oliva, lo tiene claro: “No cambiaría Oliva por nada: playas interminables, cultura, el mejor clima…”
Y deporte, porque en Oliva también es posible disfrutar de prácticamente cualquier actividad deportiva que busquemos. Un club de tenis, un club de golf y varias escuelas de surf nos harán pasar un verano de lo más activo.
¿El broche de oro? Ver atardecer en cualquiera de los chiringuitos que, a pie de playa, ofrecen unas vistas inigualables.