Diez curiosidades sobre la Plaza Mayor de Madrid

Equipo de Redaccion

Cuatrocientos años de vida del que se convertiría en el patio de la villa y corte, dan para infinidad de historias, avatares y anécdotas y esos son, precisamente, los que cumple la Plaza Mayor de Madrid en este 2017. El cuarto centenario del inicio de su construcción a principios del siglo XVII, se celebra con un variadísimo programa de actividades que incluye mascaradas, intervenciones artísticas, conciertos, perfomances y talleres, entre otras citas de interés.

Desde el blog de Anida nos unimos a la conmemoración, recopilando algunos de los datos más curiosos sobre la Plaza Mayor de la capital de España:

  • De laguna… a arrabal. Donde se sitúa hoy día la Plaza Mayor de Madrid estaba antaño la conocida laguna de Luján. Cuando ésta se secó, pasó a ser conocida como la plaza del Arrabal. Estaba situada fuera de la muralla de la villa y acogía un caótico y concurrido mercado municipal.
  • Una plaza a la altura de la corte. Con el traslado de la corte a Madrid, Felipe II decidió que Madrid necesitaba una gran plaza y mando iniciar la construcción de la misma. Juan Gómez de Mora fue el arquitecto que recibió el encargo.

  • Pasto de las llamas. Tres son los incendios que ha sufrido la plaza de la villa, en los años 1631, 1672 y 1790. Las consecuencias de este último fueron tan graves que se decidió rebajar los edificios en dos alturas, pasando de 5 a las 3 actuales.
  • Plaza de toros. Además de servir como punto de encuentro para comerciantes y compradores, la plaza se concibió como un espacio público que acogería todo tipo de espectáculos. Fue sede de corridas de toros, pero también de obras de teatro y otros eventos importantes, como las canonizaciones de santos. Tal como sucede hoy en la puerta del Sol cada Nochevieja, los vecinos alquilaban sus balcones a quienes estaban dispuestos a pagar un precio por disfrutar de la fiesta desde un lugar privilegiado.
  • Juicios y ejecuciones. La Plaza Mayor también fue testigo de algunos espectáculos menos agradables, como el de la horca o el garrote vil. Durante los siglos XVII y XVIII, la Santa Inquisición celebró en la plaza autos de fe y numerosas ejecuciones.
  • El fantasma Cirilo. Con tantas muertes trágicas, no es de extrañar que la plaza cuente con un buen censo de fantasmas. El alma en pena más celebre entre todas las que la pueblan se llama Cirilo y, al parecer, más de una noche se aparece frente a vecinos y paseantes.
  • De nombre en nombre. La denominación de la plaza no fue ajena a los avatares históricos y en una decena de ocasiones las circunstancias propiciaron su cambió de denominación: pasó de llamarse plaza de la Constitución a plaza Real, primero, y plaza de la República, después. Y vuelta a empezar… Al final, acabó por hacerse oficial el que era su nombre popular. 
  • Bocadillo de calamares. Lo pusieron de moda los estudiantes en los años 60 y hoy es todo un reclamo turístico: cualquier visita a Madrid que se precie debe incluir una parada en la plaza para comer un bocata de calamares.
  • Mercados con solera. El mercado filatélico, cita ineludible para los coleccionistas, que se celebra en domingos y festivos tiene su origen en los tiempos de la guerra civil. El mercadillo navideño, culpable de que las calles de la capital se llenen de pelucas y demás artículos de broma, es mucho más joven pero ya es toda una tradición.
  • Los números de la plaza: tiene exactamente 377 balcones, 76 buhardillas, 114 arcos y 10 accesos. Y ahora, además, cuatrocientos años a sus espaldas. ¡Felicidades!
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