Cómo crear un rincón mindfulness y ser más feliz

Raúl Alonso

Imposible que en los últimos meses nadie te haya hablado sobre las bondades del mindfulness, y en el improbable caso de que así fuera, estás a pocas líneas de conocer los beneficios de esta disciplina. Pero para poder disfrutarla también es importante disponer de un espacio que invite a una práctica cómoda y agradable. Es muy sencillo, con un poco de creatividad podrás crear un rincón adecuado para practicar mindfulness en tu casa.

Puedes traducir mindfulness como atención plena o consciencia plena. El término lo acuña y pone de moda el neoyorquino Jon Kabat-Zinn, quien formuló su práctica en los primeros años ochenta. Este médico especializado en el combate del estrés y los dolores crónicos llegó al mindfulness fruto de la investigación y experimentación de las técnicas de meditación budistas, que ha adaptado y actualizado a la mentalidad occidental, difundiéndola desde la Universidad de Massachusetts.

De hecho, uno de los factores que ha influido en la rápida propagación del mindfulness es su capacidad de adaptarse al desenfrenado ritmo del ciudadano moderno. Su práctica es muy poco exigente desde el punto de vista de requerimientos físicos e incluso de disponibilidad de tiempo, ya que ofrece ejercicios como “el minuto de oro” que propone dedicar tan solo 60 segundos de cada hora a la meditación y el autoconocimiento.

Por qué practicar mindfulness

Esta técnica, compatible con la vida diaria, aporta un tiempo de desconexión que es inmediatamente agradecido por quien lo practica, pero sus objetivos y el de los otros ejercicios del mindfulness para principiantes y practicantes más avanzados son más ambiciosos. Entre ellos:

 

  • Enseñarnos a priorizar: asumido que en los ámbitos personal, familiar, social y laboral es imposible atender todas las tareas diarias, debemos aprender a dosificar nuestra energía para atender lo más importante y gestionar de un modo adecuado el tiempo.
  • Enseñar a vivir el presente: una de las principales enseñanzas es tomar consciencia del momento y disfrutar de lo que estamos haciendo, evitando la tensión de pensar en las otras tareas que aguardan. De ahí que el minuto de oro sea una práctica que nos recuerda la necesidad de abordar cada momento y tarea con plenitud, ya sea para recibir el día, celebrar la comida o ayudarnos a concentrarnos en el trabajo.
  • Enseñarnos a aceptar con amabilidad lo irremediable: la tercera de las enseñanzas vitales que propone es asimilar las grandes y pequeñas imposiciones de la vida. No se trata de conformismo sino de canalizar los sentimientos de ira, incomprensión, dolor, etc con que normalmente respondemos para destinar esa energía a labores más eficaces, por ejemplo, minimizar los efectos de ese hecho.
  • Enseñarnos a ser agradecidos: tengas mucho o poco, es un paso primordial para conciliarte con la vida y ser más feliz.

 

Un espacio para meditar

Pero el minuto de oro es tan solo uno de los muchos ejercicios con los que iniciarse en la práctica del mindfulness. El objetivo final es que cada persona encuentre su modelo de meditación y que cada vez sea más profunda para lo que es importante disponer de un espacio adecuado en el hogar. Si quieres abrir un rincón para la meditación que te ayude a vivir con mayor estabilidad emocional, que te aleje de esa agobiante premura del tiempo y, en definitiva, contribuya a hacerte una persona más feliz, sigue estos consejos.

  • No necesitas nada. Resulta imprescindible partir de esta premisa, el mindfulness debe introducir la meditación sin ningún tipo de condicionantes. Dicho esto, es cierto que una casa que respeta los principios del feng shui y, en ese supuesto, que ofrece un rincón adecuado, puede convertir su práctica en más placentera.
  • Elige un lugar. Busca en tu casa el espacio que más te motiva. Para muchos puede estar en su dormitorio o salón, pero no es recomendable meditar sobre la cama o sofá si no se quiere acabar echando una siesta. En cualquier caso debe ser un lugar que permita intimidad, alejado de posibles corrientes de aire, cerca de una fuente de luz natural (ventana o puerta) y, a poder ser, aislado de ruidos externos (si el ruido es un problema siempre puedes recurrir a grabaciones de ruidos blancos –un sonido constante y envolvente que tranquiliza– o música de relajación). Hablamos de un espacio mínimo y generalmente unipersonal, si se medita en compañía o en familia, se aconseja buscar un segundo rincón. Debe reflejar lo que estás buscando pero sin extremismos: huir de los altares o de escenografías excesivas es importante para un espacio que trata de conciliarte contigo mismo y el mundo. Sobre todo debe ser un espacio donde sentirse feliz.
  • Luz tamizada. Debe ayudarnos a concentrarnos y mantenernos alejados de distracciones. Siempre que se pueda conviene utilizar luz natural, que se debe tamizar o graduar con cortinas o visillos. El recurso de la vela siempre está al alcance, pero se debe disponer de alguna lámpara o farol con luz suave, preferiblemente de formas orgánicas. Las lámparas de sal (por lo general de sal del Himalaya) pueden ser una buena alternativa, pero lo importante es huir de las bombillas de luz fría o blanca. No se debe olvidar que algunas técnicas y practicantes contemplan la meditación completamente a oscuras.
  • Tumbado, sentado y de pie. Es habitual que al diseñar un espacio de meditación solo se piense en colocar una esterilla, colchoneta o alfombra sobre la que tumbarse. Sin embargo, muchos practicantes de mindfulness prefieren hacer meditación sentados e incluso de pie, por lo que conviene tener cubiertas las tres soluciones.
  • Rodéate de cosas importantes. Un lugar que quieres sentir como especial puede estar completado con objetos que te cuentan historias. Plantas, fotos, cuadros, campanas, fuentes de agua, esculturas o imágenes religiosas si procede, pueden ayudarte a crear el entorno que buscas.

Con un poco de imaginación y buen hacer disponer de un rincón en tu casa donde practicar mindfulness no es complicado. Recuerda que para la mayoría de las personas es más fácil concentrarse cuando se está rodeado de materiales naturales (madera, telas, barro, etc) en lugar de plásticos u otros sintéticos. Ahora ya no tienes excusa para incorporar este pequeño gesto diario que te convertirá en una persona más equilibrada.

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