Para definir el movimiento Bauhaus conviene empezar por el principio. Bau, en alemán, significa “construcción” y hausse traduce como “casa”. La escuela con este nombre tiene sus orígenes en la Staatliches Bauhaus, fundada por Walter Gropius en 1919. ¿La premisa? Crear una escuela de oficios que eliminara las diferencias entre artistas y artesanos.
La primera sede estuvo en Weimar (Alemania) hasta 1925. Pronto Bauhaus sobrepasó su función de mera escuela para ser considerado todo un movimiento orientado a la simplicidad de las formas, en la que la estética del objeto quedaba reducida a la funcionalidad.
Para Gropius, no era un estilo, sino una actitud. Surgía así el movimiento Bauhaus, que revolucionó el mundo del diseño, la arquitectura y del arte, convirtiéndose en un referente mundial con su lema “la forma sigue a la función”. Bauhaus sentó, además, las bases del diseño gráfico e industrial, dos conceptos que tuvieron su punto de partida en esta escuela, que también daría forma a los fundamentos de una nueva arquitectura con una estética que alcanzó todos los ámbitos de la vida cotidiana.
El arte irrumpe en los hogares
El fundador de la escuela Bauhaus, Walter Gropius, era un arquitecto con grandes ideales, que anteponía los métodos artesanales a la mecanización, en su objetivo de fundir el uso del objeto con la estética del mismo. Para Gropius, la base del arte residía en la artesanía, en una apuesta por refundir las bellas artes con las artes aplicadas, eliminando las distinciones entre una y otra, y encaminando ambas hacía la arquitectura.
Gropius defendió la escuela de las opiniones nacionalistas que la identifican con el comunismo y, a la vez, intentó desligarla del Estado transformándola en una escuela pública, insistiendo en la autofinanciación basada en la venta de los productos que diseñaban los propios alumnos. Esto hacía que el precio de sus artículos fuera más asequible por el gran público a través de la producción industrial.
Desde un primer momento, del movimiento Bauhaus surgieron diseños de lámparas, sillas y muebles fusionando arte e ingeniería, y el arte entraba en los hogares a través de productos tan atractivos como funcionales.
Una formación integral
Los alumnos, al entrar en la escuela, recibían un innovador curso preliminar llamado vorkus, de seis meses de duración, con el que aprendían hacia dónde encaminar sus pasos, al tiempo que descubrían sus propias aptitudes. Era obligatorio pasar por clases de alfarería, pintura, ebanistería, vidrio, escultura, metal, tejido, impresión, encuadernación, y hasta recibían formación en teatro, danza o fotografía, con el fin de despertar toda su creatividad.
Después de esta formación inicial se pasaba a una enseñanza basada en talleres que duraba tres años y, para finalizar, los alumnos tenían que realizar un curso de perfeccionamiento.
Alumnos y profesores ilustres del movimiento Bauhaus
Las clases eran impartidas por artesanos y artistas. En esta primera etapa se dieron cita algunos de los creadores mas apasionados de Europa, como Josef Albers o Paul Klee, que impartió clases de diseño junto con Wassily Kandinsky.
Herbert Bayer, por su parte, pasó de ser alumno a formar a parte del profesorado. Fue quien ideó una nueva tipografía, toda escrita en minúscula y de formas simples y limpias. Bajo el nombre de Architype Bayer, esta sería utilizada para todas las publicaciones de la Bauhaus. Nacía así el diseño gráfico, tal y como lo entendemos hoy en día.
Marcel Breuer también se convirtió en profesor tras ser alumno. Despuntó por sus diseños de sillas, siendo la más famosa el modelo “Wassily”, creada en 1925 en honor a Kandisky. Con la llegada de los nazis, este artista de origen judío se vio en la necesidad de escapar a Londres, y de allí se marchó a Estados Unidos. Allí se convirtió en un reconocido arquitecto.
En 1925 la escuela tuvo que abandonar Weimar debido a las presiones políticas. Entre 1926 y 1932 se desplazó a Dessau. La segunda etapa de la Escuela Bauhaus comienza tras la Gran Depresión. Está marcada por la entrada a la escuela de Theo Van Doesburg, fundador del neoplasticimo y creador de la revista De Stijil junto con Mondrian. Tendría una fuerte influencia en el alumnado y en el mismo Gropius, dando una nueva perspectiva a la escuela, en su influencia por el constructivismo ruso.
Última etapa
En 1928, Gropius dimitió por las constantes presiones políticas al que era sometido. Le sucedió durante un par de años Hannes Meyer hasta 1930, y recogió el testigo el consagrado arquitecto Mies Van der Rohe, defensor del “menos es más”, que dirigió la escuela hasta 1933.
Mies Van der Rohe era ya un afamado arquitecto cuando llegó a Bahaus. Dirigió la escuela desde una postura más autoritaria para aplacar los ánimos de los estudiantes. En él veían a un arquitecto al servicio de la población adinerada que dejaba atrás los intereses de la clase trabajadora.
Con la esperanza de poder conservar la escuela, Mies prohibió cualquier manifestación política. Hizo los cursos más teóricos y fusionó distintos talleres creando uno específico de “diseño de interiores”. Pero los nazis seguían empeñados en cerrar la escuela porque, en su opinión, el movimiento Bauhaus contaminaba las tradiciones alemanas con su cosmopolita inspiración importada de países como Estados Unidos, Holanda o Francia. En 1933, tras haber pasado por Weimar, Dessau y Berlín, la Escuela se cerró definitivamente y muchos de sus profesores emigraron a Estados Unidos.
Arquitectura Bauhaus
Tras el cierre de la escuela, la influencia y la estética del movimiento Bauhaus empezaron a ser ampliamente conocidas en todo el mundo. Desde EE.UU., muchos de sus antiguos alumnos dominaron el arte y la arquitectura durante décadas, creando la línea arquitectónica International Style.
El estilo arquitectónico del movimiento Bauhaus se basaba en la funcionalidad y adecuación de los materiales. Así como un diseño que partía de figuras geométricas simples y equilibradas, como el círculo, el triángulo y el cuadrado. Espacios abiertos y mucho vidrio, con interiores sencillos y mínimamente decorados, donde no pueden faltar los muebles icónicos.
La Bauhaus y sus sedes en Weimar y Dessau fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996. Rápidamente se convirtieron en destinos turísticos. Actualmente, los principales museos de arte moderno de todo el mundo incorporan algunas de las obras de la inspiración que supo poner el arte en contacto con la vida cotidiana.
Foto de portada: Unsplash.