Como destino turístico, España sigue teniendo un tirón innegable: entre los meses de enero y noviembre de 2014, dio la bienvenida a casi 60 millones de extranjeros, lo que supuso un incremento del 7,5% con respecto al mismo período del año anterior.
El gasto conjunto de los visitantes, con ingleses, alemanes y franceses a la cabeza, superó la barrera de los 59.000 millones de euros, un 6,7% más que en el mismo periodo del 2013. En detalle, el presupuesto medio que cada turista dedicó a sus vacaciones o sus escapadas cayó ligeramente hasta los 970 euros por visitante. Estas cifras hablan de la buena salud de un sector que representa el 12% del producto interior bruto pero, también, reflejan el impacto de la situación, tanto en los precios dentro de nuestro país como en los bolsillos de quienes viven fuera de él.
La opción del alquiler
Si sometemos la industria al microscopio observamos que, en muy poco tiempo, el alquiler de casas se ha convertido en una interesante alternativa a la oferta de alojamientos tradicionales. Es, de hecho, la opción habitual del 25% de nuestros vecinos europeos, una modalidad muy atractiva tanto para el inquilino, el ahorro en comparación con un hotel se dispara en algunos casos y llega al 70%, como para el propietario ya que puede reportarle unos ingresos extra de aproximadamente 13.000 euros anuales, según la plataforma HomeAway.
De acuerdo con el Barómetro del alquiler vacacional,elaborado precisamente por HomeAway en colaboración con la Universidad de Salamanca y centrado exclusivamente en el comportamiento de los españoles desde 2011 hasta hoy, el 31% de la población de entre 18 y 65 años de edad ha pagado alguna vez por una vivienda de uso turístico. De esa proporción, el 48% se ha decantado por un apartamento y el 29% por una casa rural (íntegra); el 97% está dispuesto a repetir la experiencia. El estudio resalta, además, que la estancia tipo ha durado siete días, ha costado 540 euros y ha sido organizada por grupos de cinco personas, principalmente familias, en destinos playeros.
Pero las grandes urbes no se han quedado al margen de esta tendencia: 2014 ha sido el año del boom de los apartamentos vacacionales en pleno centro y el de los primeros pasos en la regulación de un segmento acusado de competencia desleal y contra el que se han movilizado barrios enteros. Con la responsabilidad de establecer las reglas del juego, las administraciones locales han empezado a tomarle la temperatura a este negocio que les beneficia. En este sentido, Barcelona fue la primera capital que exigió a los propietarios el registro de sus viviendas como turísticas, en el caso de que deseasen alquilarlas como tales, y es la única con un plan específico de largo recorrido. Otros consistorios han preferido imponer medidas meramente restrictivas.
La Ciudad Condal cuenta con 7.854 apartamentos autorizados (30.000 plazas) y ha paralizado la concesión de nuevas licencias; su objetivo es que, de cara a 2019, todos los establecimientos de este tipo estén agrupados, es decir, se encuentren en edificios dedicados íntegramente al alquiler vacacional (bloques únicos, igual que en Nueva York, París, Berlín o Roma). Es la manera de buscar profesionalización y equilibrio por distritos entre los inmuebles residenciales y los destinados a actividades económicas. Normas como que los operadores estén disponibles las 24 horas del día y a menos de treinta minutos de su inmueble, por si se produce algún incidente, encajan con este propósito.
Una buena oportunidad
Para los inversores, avances como el de los bloques únicos constituyen una buena oportunidad –visto el éxito del alquiler vacacional–, aparte de una manera de dinamizar los barrios con más gancho de las ciudades. Sin ir más lejos, Jordi Clos, dueño de la firma Derby Hotels Collection, presidente del Gremio de Hoteles de Barcelona y número dos del Consorci de Turisme, es propietario de ocho edificios de este tipo en la capital catalana. También la cadena Room Mate ha decidido aventurarse en este terreno y ha creado un portal online llamado Be Mate, prueba de que hoteles y apartamentos no tienen que ser enemigos irreconciliables.
Por supuesto, los grandes espacios en el corazón de las capitales siguen siendo uno de los tesoros más preciados para las empresas hoteleras. En 2014 estas compañías han recuperado el ritmo y han invertido 1.000 millones de euros en distintas operaciones, aún lejos de los 1.700 millones movidos en 2007, pero muy por encima de los 600 millones de euros invertidos en 2013. Las expectativas económicas del país y del sector turístico de cara a 2015 han animado a los grandes grupos extranjeros, que representan el 10% de las marcas con presencia en España. No hay que olvidar que, mientras no se normalice el alquiler y no se agilice la concesión de licencias de nuevos apartamentos turísticos, la inversión en edificios para instalar hoteles parece jugar con ventaja.