Techos verdes: azoteas ecológicas sobre la ciudad

Equipo de Redaccion

Capas asfálticas, hormigón, pavés, antenas, equipos de aire acondicionado… Los techos y azoteas de los edificios urbanos se han considerado, durante mucho tiempo, simplemente como una terminación sin más funcionalidad que el aislamiento y algún servicio complementario para quienes realizan el mantenimiento.

Para muchos arquitectos y diseñadores resulta un espacio desperdiciado. Hagámonos este planteamiento: si el urbanismo actualmente pretende hacer del medio ambiente y la sostenibilidad elementos básicos en el urbanismo moderno; si los espacios ajardinados son conceptos arquitectónicos esenciales en la recuperación ciudadana; y los huertos urbanos están configurando un paisaje diferencial en numerosos barrios, ¿por qué no aprovechar los techos de los edificios para construir una ciudad más verde?

No se trata de una simple cuestión estética, que también, sino de una herramienta natural para mejorar la habitabilidad y proporcionar un ahorro energético considerable.

En primer lugar, definamos lo que es un techo o azotea verde. No consiste en llenar el espacio con maceteros y otros contenedores, sino en plantar sobre la superficie (preparada con capas impermeabilizantes que se cubren con suelo de tierra y abonos) dos posibles tipos de cultivo:

  • Intensivos: con plantas de grandes proporciones, arbustos y césped. Requiere tanta dedicación como un jardín al uso.
  • Extensivos: las especies son pequeñas, de crecimiento fácil y escasos cuidados.

 

Elegir una u otra opción dependerá del diseño del techo, sus dimensiones y la inversión que se pretenda realizar. Es en este punto cuando surgen las preguntas esenciales para cualquier comunidad de propietarios que se plantea convertir su edificio en un oasis verde más cerca del cielo: ¿cuánto cuesta? ¿Puede ser rentable?

El coste de una obra así es difícil de calcular. Los expertos de la Asociación Española de Cubiertas Verdes reconocen que son más caros que los convencionales, sin embargo, son mucho más duraderos –lo que a la larga supone  un ahorro efectivo-, y puede compensar sobradamente la inversión.

Veamos cuáles son esas ventajas:

  • Funcionan como un termostato natural. El Instituto Americano de Ciencias Biológicas ha comprobado en una extensa investigación que durante el verano los techos ajardinados logran disminuir en un 25% el gasto en aire acondicionado y en invierno reducen hasta en un 50% las pérdidas de calor.
  • Disminuyen el gasto energético. Otro estudio, de la consultora Weston Design, afirma que si los edificios de Chicago tuvieran cubiertas verdes se ahorrarían cada año 68 millones de euros en energía.
  • Son un excelente aislante acústico. Lo reconoce la propia Comisión Europea en diferentes informes: las plantas (tanto en los techos y azoteas como en jardines verticales) forman una mampara natural contra el ruido producido por el tráfico rodado o por aparatos de servicio del propio edificio (maquinaria de los ascensores, equipos de aire acondicionado…). Por eso esta tendencia arquitectónica ha sido incluida en la Estrategia de Infraestructuras Verdes de la Unión Europea.

Existen cada vez más ejemplos destacables de cubiertas verdes por todo el mundo, como el Dreamhouse, en Róterdam (Holanda), el museo Historial de la Vendée, en Les Lucs-sur-Boulogne (Francia), los techos del City Hall de Chicago, o el edificio The Solaire en Nueva York. En España, algunos de los pioneros son la Villa Bio, en Llers (Girona), la OS House, en Santander, y una propuesta innovadora: los techos verdes en autobuses de Barcelona y Girona del artista Marc Grañén.

Foto @Arlington County, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.0 

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